27 dic 2014

Los 10 mejores videos del año sobre bebés y niños



Bebés y niños son grandes protagonistas en las redes sociales. Aquí, una selección de los imperdibles de 2014 en YouTube. Post en Disney Babble Latinoamérica

Los 20 temas de los que hablamos en 2014


Estas son las noticias, historias y debates que nos ocuparon en este año que se va. Post en Disney Babble Latinoamérica

Papá Noel también tiene imposibles



Mi hijo pidió este año un regalo que no puede traerle. ¿Cómo hacer para que lo entienda sin romperle la fantasía? Post en Disney Babble Latinoamérica

8 dic 2014

Las 101 cosas que yo le enseñaré a mi hija




Como mamá, todo el tiempo le estoy enseñando cosas a mi hija. Con lo que digo, y con lo que hago. ¿Pero cuántas cosas que me gustaría enseñarle a mi hija no le enseño? En eso me hizo pensar un precioso texto de la bloguera Sierra Vandervort. Adhiero a casi todo lo que dice (creo que solo disiento en la canción de Phil Collins y prefiero reemplazar el rugby por fútbol). Y les comparto las otras 101 cosas que yo le enseñaré (o ya le estoy enseñando) a mi hija.
  1. Súbete a unos rollers sin miedo de caerte.
  2. Sabe que te caerás y que te dolerá.
  3. Levántate y sigue adelante. Es una metáfora de la vida.
  4. Aprende a manejar un auto.
  5. Respeta las señales de tránsito y no les prestes atención a los que te quieren apurar (también es una metáfora de la vida).
  6. Conoce tu cuerpo y cuídalo.
  7. Siempre sé amiga de la imagen que te devuelve el espejo.
  8. Todos los días hazte un mimo con una rica crema para cuidar tu piel y disfrutar un momento de placer.
  9. Disfruta de vestirte y verte bien, pero no te obsesiones.
  10. Siempre siéntete cómoda con lo que lleves puesto.
  11. Tu estilo no lo define la moda: lo defines tú.
  12. Nunca olvides que menos puede ser más.
  13. Descubre cuánto te puede embellecer el maquillaje.
  14. Y lo hermosa que eres a cara lavada.
  15. Píntate las uñas con el nail art más loco que se te ocurra.
  16. Diviértete con los accesorios: ¡son los juguetes de las mujeres adultas!
  17. Piénsalo bien antes de hacerte un tatuaje. Es una marca que te queda toda la vida. Y aunque creas que siempre te va a gustar…
  18. No olvides que las personas cambiamos. 
  19. Cada noche, cuando estés acostada antes de dormirte, repasa todo lo que hiciste en el día: verás cuántas buenas cosas te pasaron y quizás ni las recordabas.
  20. Sé siempre agradecida con lo que te da la vida.
  21. Aprende a mirar a tu alrededor: no eres el centro del universo.
  22. Cuando te llegue tu momento, disfruta de tu sexualidad con total libertad.
  23. Pero también con responsabilidad.
  24. Y no te apures (que acá tampoco hace falta correr).
  25. Disfruta de la novedad, pero ten en cuenta que con la experiencia el disfrute siempre va a ser mayor.
  26. Explora tu sexualidad. Para poder pedir lo que te gusta, primero tienes que saber qué te gusta.
  27. Nunca hagas algo que no quieras para complacer a otro.
  28. Y mucho menos en la cama.
  29. Gánate cada lugar que ocupes en buena ley.
  30. Y por eso mismo, defiéndelo.
  31. Sé autónoma. No dependas de nadie.
  32. Tampoco sientas que dependes de nadie.
  33. Trata de aprender los recursos básicos para resolver los problemas domésticos. Desde reemplazar una cremallera a cambiar un neumático.
  34. Si tuviste un mal día, permítite un poco de consuelo en un rico chocolate.
  35. Pero no abuses.
  36. Elige alguna actividad física que te guste hacer y establécela como rutina desde el placer, no desde la obligación.
  37. Lo mismo con la comida. Comer saludable no significa comer aburrido.
  38. Toma dos litros de agua por día. Es un medicamento para tu cuerpo y un cosmético para tu piel.
  39. Anímate a probar todas las comidas, incluso las más raras.
  40. Estate siempre abierta a las sorpresas.
  41. Y a gozar de los pequeños detalles.
  42. Báñate en topless al menos una vez.
  43. Anda en bicicleta. Sin rueditas.
  44. Viaja todo lo que puedas. Saca muchas fotos y llena tu valija de recuerdos que no se puedan tocar.
  45. Disfruta de los pequeños placeres que te pueden dar los objetos (como tomarte un capucchino en una linda taza o usar un hermoso par de aros), pero no te ates a nada material.
  46. Destierra tres palabras de tu diccionario: miedo, vergüenza y culpa.
  47. El conflicto es parte de la vida. No le temas.
  48. Hazte escuchar. Y también sabe escuchar.
  49. Ponte en el lugar del otro: te va a dar otra perspectiva ante una discusión.
  50. Pero también defiende tu posición cuando te sientas convencida de que estás en lo correcto.
  51. Aprende a perder.
  52. Aprende a ganar.
  53. Y aprende que un partido puede terminar en empate: no siempre tiene que haber ganadores y perdedores.
  54. Sé flexible: saber adaptarse a los cambios es casi la principal estrategia de supervivencia. Rodéate de amigas que sean muy parecidas a vos, y también muy distintas. Esa diversidad te va a enriquecer.
  55. Conserva a tus amigas de la infancia, que son las que conocen como nadie tu historia.
  56. Y cultiva nuevas amistades, porque son las que conocen lo que eres hoy y lo que quieres ser.
  57. Cuida a tus verdaderas amigas, antiguas y nuevas. Son las que siempre van a estar ahí cuando lo necesites. 
  58. Guarda sus secretos: es una de las llaves de la amistad duradera.
  59. Existe la amistad con el sexo opuesto. Y un amigo varón puede ser un gran confidente.
  60. Juega con perros y gatos (pero siempre pregúntale a su dueño si a ellos les gusta).
  61. Hazte amiga de la naturaleza. Pisa descalza el pasto del parque y la arena de la playa.
  62. Ve a todos los recitales que puedas de tu banda favorita. Baila, salta y canta hasta quedarte disfónica.
  63. Pon la música que te gusta y ensaya descalza pasos de baile frente al espejo de tu habitación.
  64. Aprende a armarte tu mundo privado. Tu cuarto, tu casa, el escritorio de la oficina. Ten un lugar donde te puedas reconocer. 
  65. Elige tus propios rituales. El té con amigas es uno que te recomiendo fervientemente.
  66. Lee muchos libros, mira muchas películas, sigue muchas series, ve muchas obras de teatro, escucha muchos discos. No te olvides de que te estás formando en cada cosa que haces.
  67. Juega al futbol y descubre qué linda sensación es gritar un gol y abrazar a tus compañeros de equipo.
  68. Aprende a nadar: pocos deportes te hacen sentir tan libre.
  69. No le tengas miedo a las alturas. Una de las cosas más hermosas que hay son las vistas desde lo alto.
  70. Nunca limites tu fantasía.
  71. Nunca dejes que nadie, ni la persona que más amas, te haga algo que vos no quieras.
  72. Plantéate objetivos que puedan parecer imposibles.
  73. Pero traza estrategias realistas para lograrlo.
  74. Si hay algo de tu vida con lo que no estás feliz, intenta cambiarlo. Lo que sea. Aunque parezca imposible.
  75. Cuando no puedas con algo, pide ayuda.
  76. Cocina. Te da independencia, es divertido, puede ser un acto de amor y te garantiza que en las reuniones de amigos no seas la que lave los platos. 
  77. Elige un hobby.
  78. Ponte excusas. Pero que la excusa no sea un motivo para no hacer sino, por el contrario, tu motivación para hacerlo.
  79. No juzgues a los demás. 
  80. No eres más que nadie.
  81. Y nadie es más que tú.
  82. Usa tacos (¡y no los sufras como yo!).
  83. Usa zapatillas (y no solo para hacer deporte).
  84. Estudia todos los idiomas que puedas.
  85. Pero si no te gustan, al menos aprende inglés (aunque sea para no perderte la mitad de las cosas que están en Internet).
  86. Hablando de Internet, aprovéchala al máximo como herramienta.
  87. Pero no te olvides que hay vida más allá de la computadora. Y del celular. 
  88. Sigue en el mundo “virtual” las mismas reglas y los mismos códigos que en el “real”.
  89. No vivas sintiendo que tienes que rendir examen. Tú eres el único profesor que puede tomarte una prueba.
  90. La palabra es, en el 90% de los casos, la mejor solución a un problema.
  91. Para el 10% restante están los abrazos. 
  92. Aspira a la perfección, pero no la busques: no existe.
  93. No vivas esperando que llegue “la gran felicidad”, porque tampoco existe.
  94. Aunque suene a frase hecha, te aseguro que la felicidad está en las pequeñas cosas.
  95. La pareja ideal sí existe: es la que construyes cada día.
  96. Y si sientes que ya no lo es, sal de esa relación. 
  97. Dile a la gente cuánto la quieres. No es cursi.
  98. Y si no te animas a decirlo a la cara, escribe una carta (igual, no te pierdas de decir “te amo” mirando a los ojos).
  99. Perdona.
  100. Encuentra tu propia religión: en lo que vos quieras creer.
  101. Llena la valija de tu vida de experiencias. Es lo único que te va a quedar al final de este viaje.

 Post en Disney Babble Latinoamérica.

Un espacio para pensarme

Disney Babble cumple un año. Ser parte de este proyecto me ayudó a reflexionar sobre cómo soy como mamá. Post en Disney Babble Latinoamérica.

3 dic 2014

Elijan un apodo y no un nombre para sus hijos

Elegimos el nombre de mis hijos cuando mi marido y yo no sabíamos en qué terminaría esa aventura sentimental que habíamos emprendido. Casi como un juramento romántico, igual que en las películas, en nuestras primeras vacaciones en una tranquila playa uruguaya decidimos que si algún día teníamos una hija le pondríamos el nombre de ese lugar. Recuerdo exactamente el momento, tirados en la arena bajo el sol, en el que elegimos ese nombre con música, que remite a la paz y a volar, con toda la significación de libertad que ese vuelo también encierra.
Imposibilitados de abstraernos del ideal de familia tipo con el que los dos crecimos (cuando todavía se creía que existía una familia tipo), la elección del nombre del varón llegó un tiempo después. No recuerdo esta vez el momento exacto, porque creo que tuvo que ver justamente con la consolidación de la pareja. Ya esos hijos empezaban a aparecer en nuestra fantasía como un deseo concreto y él, en uno de sus tantos actos de amor, eligió conmigo el nombre de varón que llevaba mi pintor favorito y que a mí me había gustado desde siempre. Corto, potente, también musical, con el aura del arte en sus cuatro letras.
Siempre me pareció un misterio y un absurdo la elección del nombre de un hijo. Razones como estas que acabo de exponer (tan lógicas o ridículas, o tan lógicas y ridículas) terminan marcando a una persona para el resto de su vida. Como si uno quisiera definir a su hijo en el nombre que le da, aunque en realidad se define a sí mismo. La ley debería permitir que nos llamemos con una letra, un número o un símbolo, como el cantante Prince, hasta la edad de poder decidir quién queremos ser. Lo propongo yo, que porto un segundo nombre que tiene toda una justificación en la elección materna, pero que detesto tanto que lo tengo guardado en el último cajón de la cómoda (no, no lo voy a decir). 
Porque además no es hasta la adultez cuando uno empieza a usar su nombre como tal. Mientras, somos básicamente apodo. Salvo que el niño se porte mal todo el tiempo y nos obligue a usar el que aparece en su documento (nadie reta a un hijo con su sobrenombre), la forma en que nombramos a nuestros cachorros suele ser el diminutivo, que nos permite personalizarlo al tiempo que lo rodeamos de un halo de cariño en las palabras. No suenan igual (ni son lo mismo) un Federico que un Fede o una Delfina que una Delfi. 
Así que, si están en la dulce espera y buscan nombres, más que nombres les recomiendo que busquen apodo. No hagan como yo, que le elegí a una un nombre cuyo apodo suena a palazo y el otro, de tan corto, directamente no tiene. O si van solo por el nombre, acepten que los van a terminar llamando de la forma más insólita.
Mi hija optó ella una deformación curiosísima de una forma en que la llamábamos de pequeña… y que es el apodo más común para otro nombre. Mi hijo acaba de decidir que quiere que lo llamen con un apodo que le inventó un amigo del jardín. “Me gusta que me llamen por un apodo porque es más lindo”, me dijo. Tiene razón. A mí, cuando me llaman por mi apodo, todavía siento que en esas cuatro letras va implícito el afecto con el que me rodearon en mi niñez, así que bienvenido que mis hijos eligieron su propio sobrenombre.

Post en Disney Babble Latinoamérica

Festejando el primer año de Disney Babble





Disney Babble cumple un año.  Feliz de ser parte de este proyecto y de festejar este primer aniversario.



Para mí, fueron 12 meses de una experiencia increíble, enriquecedora personal y profesionalmente. Un espacio para reflexionar sobre la maternidad y sobre mi maternidad. Y un gran punto de encuentro para intercambiar opiniones, puntos de vista y anécdotas. Este es el post que se publicó originalmente en Disney Babble Latinoamérica

Los cumpleaños son grandes motivos para celebrar, pero también son ocasiones perfectas para hacer balances, reflexionar y agradecer. Por eso, además de levantar la copa y brindar, convocamos a las blogueras que día a día comparten sus vidas en Disney Babble para que cuenten qué huellas dejó en ellas este primer año tan intenso y maravilloso.
“Fue un año de mucho aprendizaje, de mucha mirada interior. Esto de escribir sobre la familia, los hijos, la pareja y nosotras hace que haga revisiones, balances y cambios”, confiesa Jess Browne, y agrega: “Además, cuando vas leyendo y compartiendo te das cuenta de que estamos todas en la misma, todas haciendo lo mejor que podemos y que nada es tan malo ni tan perfecto”.
Para Javi Belmar, escribir en Disney Babble es un aprendizaje constante. “Escribir sobre cosas que me emocionan, sobre los prejuicios que he ido cambiando con el tiempo y leer los comentarios que dejan quienes nos leen, me hace mejor mamá cada día”.
Gabriela Tomassoni reflexiona: “Poder ayudar a otras madres a no sentirse solas en el día a día de la crianza es lo más gratificante de esta oportunidad. Estoy feliz de ser parte de esta comunidad y de que me permitan compartir mis historias como una buena #MalaMadre”.
Para Adriana Santagati, ser parte de Disney Babble le permitió tener un espacio de reflexión sobre su propia maternidad. “Me sirvió para pensarme como mamá y también para confrontar cómo otras madres manejan con perspectivas distintas (o veces del mismo modo que yo) situaciones muy diversas. Me hace estar con las “antenas” mucho más alerta, leyendo más, buscando más temas, observando más, y eso me ha hecho conocer historias muy interesantes ”, concluye.
A un año ya de formar parte del equipo de Disney Babble, estoy muy contenta por la comunidad que se ha creado, familias juntas creciendo a través de las vivencias compartidas”, reflexiona Susana Silva.
Beta Suárez, por su parte, no duda: “Escribir sobre mi familia me ayuda a ordenar las ideas, a destacar prioridades, a reírme del caos y a reflexionar sobre la cantidad de bendiciones que significa en mi vida”. Además, asegura que escribir sobre maternidad es catártico. “Tiene algo de querer compartir y transmitir, en mi caso con humor, para desmitificar, quitar miedos, resolver y criar en conjunto”.
Mariana Rolandi Perandones confiesa que un día descubrió que escribir en Disney Babble la reconciliaba con algunas de sus ideas y la confrontaba con otras. “Me permite curar heridas y mirarme como mujer; reírme de los líos cotidianos y poner en palabras mucho de lo que casi nunca digo. Sentarme y escribir esas líneas, cada semana, es siempre una reflexión sobre lo que soy y sobre el lugar en el que me paro en la vida”, dice.
Para Rosario Gerardi, “escribir sobre maternidad y familia es poner a flor de piel mi día a día, es aprender sobre los errores que cometemos como madres, es sentirse acompañada por una comunidad enorme de padres que tienen vivencias similares e inquietudes igual que yo”.
Any Fuchok confiesa: “Formar parte de la familia Disney, junto a ellos poder compartir mis historias de crianza, maternidad y estilo de vida con miles de madres ha sido un sueño hecho realidad”.
Luciana Torres dice que disfrutó de este año “a lo grande”, y agrega: “me encanta compartir este espacio donde como mamás contamos lo que nos pasa, para ayudar a otras a que hagan lo mismo y se sientan acompañadas en el maravilloso mundo de la maternidad”. 
Florencia Rolandi sostiene: “En este espacio, nos permitimos revisarnos, compartirnos e inspirarnos. ¡Me encanta ser parte!”.
Durante este año en Disney Babble, he tenido la oportunidad de conocer a gente increíble. He aprendido a ser mejor persona, compartiendo experiencias con otras mamás que nos siguen de diferentes lugares, uniéndonos siempre la maravillosa labor de ser madres”, cuenta, con emoción, Chuy Cruz.
En relación a este primer aniversario, Dessy Martínez habla del orgullo de ser una mamá bloguera de Disney Babble. “Me da la oportunidad de acercarme a las familias y compartir mis experiencias de maternidad y crianza. Llevo hasta los hogares de mis lectores otra forma de educar, respetuosa y empática con los pequeños y adolescentes”, señala.
Luli B. dice que, gracias a Disney Babble, descubrió que disfruta mucho escribiendo sobre moda. “Me encanta poder hablar de la moda desde un punto de vista real. Me fascina seguir buscando esto juntas porque creo que ser felices es el mejor regalo que podemos darle a toda nuestra familia, y eso se contagia y se comparte”.
La maternidad no es una carrera, es un paseo que hay que vivir y disfrutar”, advierte Isis Lugo, y confiesa: “Espero poder contribuir con mi granito de arena a que existan muchas más mamás informadas sobre lactancia, educación y familia, porque un mundo mejor empieza desde casa”.
Caro Lusa, por su parte, dice que en Disney Babble encontró un espacio “donde todas podemos preguntarnos si vamos bien, si podemos hacerlo mejor…y en el camino compartimos nuestros pequeños descubrimientos diarios”.
Para mí, escribir en Disney Babble es la oportunidad de conectar con otras personas a través de diversos temas que impactan en nuestro día a día. Es compartir experiencias, momentos, conocimiento y formar parte de una gran familia virtual en donde predomina la actitud positiva y la creatividad“, resume Ale Higareda.
Verónica Elizondo celebra este primer aniversario agradecida e ilusionada de tener la oportunidad “de entrar y compartir con diferentes familias como bloguera, de poder transmitir mis experiencias como mamá, esposa, chef, hermana y amiga”.

Por último, Agustina M. Alcorta, que está viviendo su primera experiencia como mamá, dice que se sorprendió al escribir sobre maternidad porque se dio cuenta de que le encanta: “Me motiva a buscar, investigar y aprender de otras mamás y a la vez a querer aportar mi granito de arena para seguir dando luz a las cosas lindas y no tan lindas que se viven en esta experiencia tan movilizante que nos cambia la vida en todos los sentidos”.

El fantasma de no verlos crecer

Miro a mi hija comprando en la verdulería. La espero en el auto y la veo desenvolverse con soltura, aprendiendo a hacer las compras. Pregunta a la vendedora cuánto es y desde el auto, donde estoy y la observo, intuyo que está haciendo cuentas, calculando el vuelto, y que festejará internamente cuando reciba la misma cifra, pequeños triunfos en el proceso cotidiano en el que “te vas haciendo grande”.
Y, de repente, un temor asfixiante se me viene encima como una sombra densa, viscosa: que yo no esté más allí para verla crecer. Que tenga que pelearse sola con el mundo, haciendo cuentas y calculando vueltos, que se decepcione y sea traicionada, que sufra y que llore, que proyecte y concrete, que se caiga y se levante, que celebre y que ame, que tema y que no tema temer. Que le pase todo eso y yo no pueda secarle las lágrimas, reírme en sus carcajadas, estrujarla en mi abrazo, sentir su odio frente a mis límites.
Por mi propia historia, siempre temí a las pérdidas. Mi padre me dejó de una forma absurda cuando era muy pequeña y siempre tuve muy presente lo efímera que es la vida. Pero la maternidad te pone en otro lugar. Temés la llegada del peor fantasma de una madre, que es la pérdida de un hijo, pero no podés permitirte el miedo a que seas vos la que no esté. Es una cuestión de instinto, de supervivencia: es inviable imaginar a tus pichones chillando solos en el nido, sin nadie que los ayude a volar.
Pero esta vez, por primera vez, sufrí la angustia de ese sentimiento. ¿Por qué ahora? Será porque me estoy acercando a los 40 y siento que el tiempo del reloj no es inagotable. O porque un cercano compañero, padre de tres hijos, se murió hace pocos meses en un accidente igual de absurdo que el de mi papá. O porque mi madre está atravesando un tratamiento oncológico y su enfermedad me hizo dar cuenta de que las madres (porque aunque ella sea abuela siempre será madre) no somos inmunes.
Muchas veces pienso que la supervivencia de la raza humana está dada por su inconsciencia. Si fuéramos conscientes de los peligros del afuera, de los boicots a los que nos puede llevar nuestra mente y de lo insoportable que puede ser el dolor, Adán y Eva se habrían encerrado en una cueva sin siquiera probar la manzana y la humanidad toda habría terminado en ellos dos.
Pero mi hija sube al auto, con su compra en la bolsa, ajena a mis cavilaciones, feliz por su pequeño triunfo con la cuenta. Y pienso en que, aunque daría cualquier cosa por tener una hoja de ruta que me marque a dónde y cuándo voy a llegar, lo fascinante de la vida es justamente que ese mapa no existe.
Somos todos iguales, solos y desnudos frente al camino, escarpado o en pendiente, recto o con curvas y contra curvas. No puedo garantizarles a mis hijos cuánto los acompañaré de copiloto, pero sí puedo permitirme levantarme por las mañanas con el visceral deseo de que estén siempre conmigo en mi auto, en todos los días que tenga que recorrer esta ruta. Y proponerme disfrutar intensamente de este viaje.
Esta nota se publicó originalmente en Disney Babble Latinoamérica.