28 dic 2015

Los 10 videos más divertidos con bebés y niños


Tienen millones de visitas en YouTube y son increíblemente tiernos. Vean este hermoso balance para cerrar el 2015. Post en Disney Babble.

22 dic 2015

Los 8 traumas que deben enfrentar todas las madres


¿Cuánto se ha escrito en los libros de puericultura sobre las situaciones difíciles que viven los niños? Solo con el síndrome del octavo mes, tenemos para hojas y hojas y hojas. ¿Pero quién piensa en las situaciones difíciles que afrontamos las madres? ¿Nadie piensa escribir sobre nuestros traumas y cómo manejarlos?
No tenemos un octavo mes, pero sí tenemos ocho momentos traumáticos que toda mamá debe atravesar. Todos ellos tienen que ver con el “dejar”, pero cada uno tiene sus implicancias particulares. Y puede mejorar la forma de enfrentarlos a medida que se suman hijos, pero tampoco cambia sustancialmente lo que nos pasa frente a ellos.
1- Salir por primera vez de casa. Tenemos un bebé pequeñito durmiendo en su cuna. Papá no está, pongamos, porque está trabajando o de viaje. Descubrimos de pronto que nos quedamos sin leche maternizada o que necesitamos un ingrediente indispensable para la torta de cumpleaños del mayor. O, peor aún, el bebé tiene unas líneas de fiebre y no hay antipirético. Hay que salir sí o sí. Nunca lo dejamos hasta ahora. ¿Qué hacemos? ¿Pedimos ayuda a una vecina, hacemos venir a madre y/o suegra o cargamos al pequeñito y lo llevamos hasta dónde haya que llevarlo? Podemos optar por esta última opción, pero tarde o temprano habrá una primera vez. Pensemos que no es tan grave, se queda en casa, en un ámbito conocido: ya habrá “abandonos” mucho peores. Igual, ¿quién no espera a que se quede dormido y va y viene corriendo (literalmente) del supermercado para llegar antes de que se despierte?
2- La primera salida de pareja. ¡Por favor! ¿A quién se le ocurre querer retomar el romance cuando uno tiene un hijo? ¿Cómo lo vamos a dejar? ¿Nosotros nos vamos a ir al cine y después a cenar mientras él o ella queda en unas manos que no son las mías? O más: ¿cómo se le ocurre a esa amiga casarse cuando yo acabo de tener un hijo? ¿Por qué me obliga a elegir entre ir a su casamiento o abandonar a mi niño? Dale las gracias a esa amiga: obligarte a salir del nido y a reencontrarte con que puedes tener un rato placentero es un gran favor que te está haciendo. Lo mismo si te animas por tu cuenta a esa salida romántica. Dejar stock de tu leche si aún la toma te hará sentir menos culpable. Es un camino que vas a tener que aprender a andar.
3- Volver a trabajar. Corremos la fecha de la licencia, nos gastamos las vacaciones de dos años, hacemos mil malabares para prorrogar todo lo que se pueda ese maldito momento. Tenemos siglos de cultura encima haciéndonos sentir las peores mujeres del mundo por volver a trabajar y no quedarnos en casa cuidando a nuestro retoño. Puedes no querer hacerlo o puedes querer y no poder. En ambos casos, hay que dejar la culpa a un costado, ser pragmáticas, organizar las rutinas de la casa y del bebé y, fundamentalmente, tener confianza en la institución o la persona que quedará a cargo de nuestro hijo. Y lleva pañuelos descartables en la cartera: siempre vas a llorar cuando lo dejes por primera vez.
4- Abandonarlos en el jardín. ¿Quién no se sintió una madre que abandona cuando su pequeño lloraba desconsolado en la puerta de la sala y la maestra lo alzó en brazos y se lo llevó mirándonos con cara de “no pasa nada”? ¿Quién se cree esa para decir si pasa o no pasa nada y llevarse a mi hijo argumentando que lo mejor para él (o ella) es que yo, que soy su madre, me quede afuera del aula? ¿Quién no quiso entrar y recuperar a su hijo secuestrado? Sí, es verdad. No pasa nada y lo mejor que le puede pasar a nuestro hijo para encaminar su proceso de socialización es que le hagamos caso a lo que nos dice la bruja de la maestra.
5- El primer pijama party. Podemos invitar a dormir a casa a todos sus amigos o amigas, pero llegará el momento en que hay que devolver esas invitaciones. Por más que conozcamos íntimamente a los papás del amiguito, siempre van a aparecer temores: si lo cuidarán bien, si comerá, si la casa es segura, si va a dormir durante la noche, si habrá una mascota que pueda lastimarlo. En realidad, en el fondo, ¡el temor es que el niño la pase tan bien que no quiera volver!
6- El primer campamento. Supongamos que ya logramos superar la excursión al museo, que salgan del ámbito controlado del colegio a la jungla de la ciudad, que vayan en un transporte público con una legión de solo cinco mamás y seis maestras para controlar a 30 niños. Supongamos que ya superamos todo eso. ¿Hay necesidad de que tengan que pasar la noche fuera de casa al aire libre? ¿Expuestos a bichos monstruosos, mordeduras y picaduras, las inclemencias del tiempo o una chispa asesina del fogón? Sufro hasta que recibo el llamado de la cadena telefónica de que ya llegaron, para empezar a sufrir pensando en todo esto hasta el día siguiente que baja del micro indemne.
7- El primer torneo en otra ciudad. Si con el campamento a una hora de distancia no fue suficiente, al equipo de handball se le ocurre ir a jugar un torneo a 800 kilómetros de distancia. Los profesores aseguran que será una experiencia de confraternidad inolvidable. Inolvidable van a ser para mí los cuatro días que se va a pasar en la ruta, en el hotel, en un club desconocido y con gente desconocida. Si logro superar esto, ya nada más me va a afectar.
8- La primera vez que van a bailar. Mentira. Nada te va a afectar hasta que tu hija de 14 te dice que quiere ir a la discoteca porque todas sus amigas van. Todos los temores a lo desconocido se magnifican por la noche y los riesgos siempre presentes del alcohol, las sustancias prohibidas y otros en los que prefieres ni pensar. No puedes excluir a tus hijos adolescentes del mundo, así que tarde o temprano ellos irán y tú recordarás otra vez lo que era pasarse una noche entera sin dormir, como cuando eran pequeños. Lástima que nadie inventó todavía el baby call para teenagers.

Esta nota se publicó originalmente en Disney Babble Latinoamérica. 

¿Los deberes vuelven esclavos a los chicos?



Hace un tiempo, se viralizó en las redes sociales un video que aseguraba que el trabajo más esclavo del mundo es el de ser madreAhora, otro video viral dice que el trabajo más esclavo del mundo es el de ser niño. Específicamente, el de ser alumno de la escuela primaria. ¿Por qué? Por la tarea.
La española Eva Bailén es madre de tres hijos. Ella inició una campaña en un sitio de ciberactivismo para pedirle al Ministerio de Educación de España que implemente un protocolo racional de deberes para los estudiantes. Ya sumó más de 160.000 firmas. El reclamo de Eva es el mismo que el de la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa), una organización civil que representa a familias de escuelas públicas españolas. Explican que los alumnos de ese país pasan entre seis y siete horas en el aula y que exponerlos a mayor demanda en su casa es contraproducente. Esto obliga a los padres a ayudarlos, genera discriminación (porque no todos pueden recibir la misma ayuda) y expone a los niños al fracaso.
¿Qué opinan del video? Recuerdo tardes enteras, cuando era una nena, sentada en la mesa del comedor haciendo cuentas interminables, marcando mapas y subrayando resúmenes. Mi madre me dejaba ver el teleteatro de las 13, pero indefectiblemente a las 14 tenía que ponerme a trabajar. Corría contra reloj para llegar a terminar a las 17, hora de la leche y de los dibujos animados, pero no siempre lo lograba. Era muy buena alumna y se me daba bien la escuela. Tenía compañeros que jamás veían los dibujitos, porque no llegaban a acabar con la pila de deberes.
Hoy, con más madres que trabajan, la escuela de jornada completa se volvió una necesidad y un espacio de contención de los niños. Mis hijos, por ejemplo, ingresan al colegio a las 7.30 y salen a las 16.30. Y luego siguen su jornada con distintas actividades deportivas, la única forma de intentar que lleguen a cumplir la hora diaria de actividad física recomendada por los médicos. Su escuela tiene una propuesta pedagógica que fija una tarea que el alumno debe poder cumplir en un máximo de 50 minutos y cuentan con la “hora de tarea” para realizarla durante el turno tarde. Pero sé que es casi una excepción: mis sobrinos y los hijos de mis amigas se llevan hojas y hojas de deberes a sus casas. Muchos padres seguimos considerando que a mayorás tarea mejor es la escuela. ¿Mejor es la escuela?
En Francia, un país que históricamente ha estado a la vanguardia en más de un aspecto, los padres declararon en 2012 una “huelga de deberes” para reclamar por la excesiva tarea que los maestros imponían a sus hijos. Lograron que el gobierno aprobara una ley para prohibir la tarea en casa a los chicos de entre 6 y 12 años. Según un artículo publicado el año pasado por el sitio informativo español Calamar2, muchos profesores no la respetan e igual les mandan actividades extraescolares.
Los españoles están ahora en la misma pelea. Piden que la tarea se asigne solo a los alumnos de cursos avanzados de primaria, en una cantidad reducida, y que cada colegio determine qué deberes dará a sus chicos para que esto no quede a libre albedrío del maestro. Dicen que la prueba PISA (una evaluación internacional de calidad de la educación secundaria) demostró que en los alumnos de 15 años más de cuatro horas semanales no mejoran el rendimiento escolar y que menos entonces lo harán en los más chicos. En la Argentina, sin embargo, un análisis del último ONE (algo así como el equivalente local de PISA) probó que los estudiantes que hacen tarea en sus casas tienen mejor rendimiento.
La gran cuestión, como en tantas cosas, pasa no por el “qué”, sino por el “cuánto” y también por el “cómo”. A un chico que se pasa nueve horas en la escuela como los míos, ¿hay que darle también tarea en casa? Que levante la mano el adulto que no se quejaría si después de ocho horas en la oficina todos los días su jefe le hace llevarse trabajo para seguir en casa. Otra pregunta: ¿tienen sentido las tareas repetitivas? ¿O no sería más interesante que la escuela propusiera actividades para fijar el conocimiento adquirido en el aula, pero de una manera más lúdica y atractiva para estas nuevas generaciones? Que sean actividades que los ayuden a pensar, los estimulen a imaginar, les permitan desarrollar diferentes capacidades y se valgan de las nuevas herramientas tecnológicas para comprender el mundo en el que viven.
Por último, hay tres puntos que remarca la mamá española en el petitorio y que me parecen muy importantes para analizar el tema. Pide que las tareas fomenten en los alumnos el aprender a aprender, las competencias sociales (que no reduzcan el tiempo de convivencia familiar ni de interacción con otros niños) y la iniciativa y el espíritu emprendedor, para el que es necesario el tiempo libre e, incluso, un tiempo para aburrirse.


Esta nota se publicó originalmente en Disney Babble. 

Estos son los bebés estrella de Instagram


Sus madres muestran su vida en la red social del momento y ellos suman miles de seguidores. Algunos son verdaderas celebridades. Post en Disney Babble.

Las madres también sufrimos angustia

Mis chicos duermen fuera de casa y esto me despertó una serie de emociones encontradas. No es temor: es darme cuenta de que están creciendo. Post en Disney Babble. 

El chupete es un verdadero pacificador


Cuestionado por mucho tiempo, si lo sabemos usar tiene sus beneficios para el bebé y también para nosotras. Post en Disney Babble. 

De estos 15 temas hablamos en el 2015


Desde los problemas globales hasta los debates que nos afectan como mujeres y madres, qué marcó nuestra agenda este año. Post en Disney Babble. 

20 dic 2015

Las madres hacemos “extorsiones” gracias a Santa Claus



Seamos honestas: en tiempos navideños, ¿quién no recurrió al hombre de barba blanca para lograr que nuestros hijos obedezcan? Post en Disney Babble.