20 abr 2017

El suicidio adolescente


En las últimas semanas, me encontré con muchos adultos --varios de ellos padres-- hablando de una serie supuestamente para adolescentes: "13 reasons why". Es el lanzamiento más exitoso de la historia de Netflix y tiene como productora a la estrella teen Selena Gomez. Como producto audiovisual, ofrece una narración impecable, un rítmico guión que va y viene entre el presente y el pasado, una banda sonora poderosa y personajes que generan empatía instantánea. Pero lo que la destaca de la media es su temática. La serie arranca con su protagonista muerta. Y el tema central es el suicidio adolescente, atravesado por el bullying, la complejidad de las relaciones entre pares, la dificultad de los adultos de abordar a nuestros hijos y sus problemas. 

No voy a hablar de la serie aquí, que ya se ha escrito mucho, sino del tema tabú con el que se mete: el suicidio. En algunos países empezaron a levantarse voces críticas de especialistas en salud mental que cuestionan una cierta idealización romántica que podría desprenderse de la serie y que la protagonista apunta a los "culpables" de su decisión (las 13 razones a las que alude el título).

Tratar los medios esta temática es difícil. Los que hacemos periodismo desde hace muchos años sabemos que mencionar que alguien se suicidó en una nota estaba prácticamente prohibido. El año pasado, la Organización Mundial de la Salud lanzó un documento que marcó la gravedad del problema y expuso la necesidad de abordarlo: "Un imperativo global", se llamó la publicación. Algunos datos que ponen el contexto de lo que estamos hablando: 
  • Más de 800.000 personas mueren cada año por suicidio en el mundo.
  • Es la segunda causa principal de muerte entre personas de 15 a 29 años de edad. 
  • Hay indicios de que, por cada adulto que se suicidó, posiblemente más de otros 20 intentaron suicidarse.

La OMS remarca que los suicidios son prevenibles y apunta a la importancia de que los estados y las comunidades sean pilares de una estrategia integral multisectorial de prevención.

Pero la serie de Netflix, que nos muestra a padres que podríamos ser nosotros y a chicos que podrían ser nuestros hijos, nos deja el corazón chiquito y la cabeza llena de preguntas: ¿puede mi hijo estar pasando por esto y yo no darme cuenta? ¿Qué es lo que se puede hacer para prevenir las conductas suicidas? 

Es un tema extremadamente complejo. Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, que también ofrecen en su sitio web varios documentos al respecto, señalan que muchas personas tienen factores de riesgo, pero no intentan suicidarse. Y remarcan algo muy interesante: "El suicidio no es una respuesta normal al estrés. Sin embargo, sí es un signo de angustia extrema, y no un intento inofensivo de llamar la atención". 

¿Cuáles son esos factores de riesgo? 
  • Depresión, otros trastornos mentales o problemas de abuso de sustancias
  • Intento previo de suicidio
  • Antecedentes familiares de trastornos mentales o abuso de sustancias
  • Antecedentes familiares de suicidio
  • Violencia familiar, incluyendo el abuso físico o sexual
  • Presencia de pistolas o armas de fuego en el hogar
  • Reclusión o encarcelación (estar preso o en la cárcel)
  • Exposición al comportamiento suicida de otras personas, como parientes, compañeros o personajes famosos

La serie plantea puntualmente la incidencia del bullying como factor determinante en la conducta suicida de la protagonista. Varios estudios están analizando cómo el acoso se relaciona con el suicidio. "El acosado en la niñez o en la adolescencia, si no es ayudado a recomponer la dignidad que como persona le corresponde, puede traducir su frustración en un autocastigo suicida", escribe Carlos Boronat, asesor científico del Centro de Asistencia al Suicida (CAS) de Buenos Aires, en un texto que aborda este tema y que está disponible en la web de la ONG. 

Por eso, es importantísimo estar atentos en primer lugar a los signos que pueden dar indicio de que un chico es víctima de bullying y también a ciertas conductas que puedan indicar una tendencia suicida. En esta nota podés leer más sobre los síntomas del acoso y qué hacer. 


La Sociedad Argentina de Pediatría publicó hace unos años un documento específico sobre este tema. En él define al suicidio como “todo acto por el que un individuo se causa a sí mismo una lesión o un daño, con un grado variable de la Intención de morir, cualquiera sea el grado de intención letal o de conocimiento del verdadero móvil”. Y explica que en la adolescencia “pueden existir diferentes situaciones en respuesta o reacción a la
crisis vital de este grupo etario, que van desde cortes, autolesiones, ideas suicidas, intentos de suicidio y suicidios. Su gravedad reside en la persistencia y/o estabilidad temporal de los síntomas. Nunca se deben minimizar las conductas auto lesivas, pues nos hablan de un malestar o un padecer en los individuos, donde la intervención oportuna previene comportamientos de riesgo a futuro”.

¿Cuáles son esas señales específicas en los chicos?
  • Cambios en los hábitos de dormir y de comer.
  • Retraimiento de sus amigos, de su familia o de sus actividades habituales.
  • Comportamientos rebeldes, actitudes violentas
  • Escaparse de la casa (actuaciones o acting outs).
  • Abandono fuera de lo común en su apariencia personal.
  • Cambios pronunciados en su personalidad.
  • Aburrimiento persistente, dificultad para concentrarse,
  • Deterioro en la calidad de su trabajo escolar.
  • Quejas somáticas frecuentes.
  • Pérdida de interés en cosas que antes les parecían divertidas.
  • Tendencia a la queja permanente.
  • Apatía exacerbada, indiferencia.
  • Desinterés por el orden y la limpieza, y por objetos por los cuales antes se veían entusiasmados.
  • Donación de objetos estimados. 
  • Ideación suicida concreta y pensamientos de muerte.
  • Comunicaciones escritas o verbales que describen intencionalidad y a veces el plan suicida.


Los expertos de la SAP señalan que la presencia de estos indicios, sobre todo en chicos con antecedentes suicidas o que sufrieron pérdidas (mudanza, partida de un amigo, duelo) o rupturas en el entorno (conflictos de separación de los padres, ruptura sentimental), “hará sospechar un nuevo paso al acto y debería incitar al médico a tomar medidas concretas para proteger al adolescente”. Estas medidas, además de la consulta específica, “incluyen la reorganización momentánea del entorno de vida para quitar todo tipo de elemento que pueda ser utilizado para quitarse la vida (armas de fuego, drogas de todo tipo, cuerdas, cinturones) y la hospitalización o acogida en un hogar que pueda cuidarlo más efectivamente”.

Como siempre en estos temas tan sensibles, el mejor consejo que se puede dar es pedir ayuda. Incluso ante la duda, consultar en los lugares adecuados. Aquí les dejo un listado de links donde pueden encontrar más información y también consultar. 




16 abr 2017

Cómo ayudarlos a aprender matemática



Hace un mes, el Ministerio de Educación dio a conocer los resultados de la prueba Aprender, un operativo de evaluación de los alumnos de 6° grado y 5° o 6° año que tiene como objetivo medir los conocimientos básicos de los chicos en áreas fundamentales con el fin de establecer estrategias para mejorar los rendimientos. Los resultados fueron negativos y ocuparon tapas de diarios, intensos cruces en las redes sociales y largos minutos de debate en la radio y la TV. 

En lo que no hubo discusión fue en que la materia que representa mayores problemas para los alumnos argentinos es matemática: 7 de cada 10 alumnos que terminan el secundario no tiene un nivel satisfactorio en matemática y 4 de cada 10 directamente están debajo por el nivel básico (apenas pueden manejar las cuatro operaciones de suma, resta, multiplicación y división).

Pasada la conmoción por los datos y las discusiones que deben darse a un nivel que nos excede (esto es, política educativa y todo lo que ello implica), viene una pregunta que como padres no podemos dejarnos de hacer: ¿qué podemos hacer nosotros para ayudar a que nuestros hijos no fracasen en estos aprendizajes?

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La matemática se enseña hoy de manera muy diferente a como se enseñaba cuando nosotros éramos chicos, eso está claro: la famosa diferencia entre la cuenta parada y la cuenta acostada. Es un enfoque que deja de lado la memoria y la repetición para indagar en los conocimientos previos y se basa en la resolución de los problemas. Por eso, muchas veces, los padres no entendemos lo que hacen nuestros chicos y eso nos deja un poco desconcertados cuando aparecen los problemas. Pero, admitámoslo, aprender matemática nunca fue fácil. Recuerdo cuando yo iba a la escuela, que pese a haber tenido excelentes profesores en esta materia y una cierta facilidad para la resolución de los ejercicios, me resultaba una tortura. Siempre mi camino fueron las letras y no los números, pero evidentemente hay una cuestión ahí que, creo, empieza a obstaculizar las trayectorias educativas. Y probablemente parta de nuestro propio preconcepto como adultos sobre esta disciplina y cómo les transmitimos eso a los chicos. 

“El aspecto emocional, la influencia que tiene la ‘historia’ de la matemática en cada familia y en cada docente, impacta directamente en cómo el niño va a percibir la disciplina como algo posible o no de afrontar. Esto se suma al imaginario social de que ‘ser bueno en matemática’ equivale a ser inteligente aún es algo a seguir desterrando, aunque actualmente sabemos que el ‘ser inteligente’ abarca muchísimo más”, me da la razón la psicóloga y psicopedagogía Ana Wilkinson, especialista en didáctica de la matemática y asesora externa de varios colegios. Hace pocas semanas, Wilkinson abordó todos estos temas en la presentación del E3 Cuadriculado Grande de Exito, un cuaderno más grande creado especialmente para la modalidad de enseñanza actual de la Matemática, en la que importa no sólo el resultado sino fundamentalmente cómo el alumno llega a la resolución de los problemas, y por eso los chicos necesitan más espacio para desarrollar los cálculos. Este cuaderno se sumó a la línea de Exito junto con el de caligrafía, también pensado para que los nenes puedan practicar de manera más fácil las letras en cursiva. A propósito de estos lanzamientos y de la difusión de la prueba Aprender, la entrevisté para buscar respuestas a esas dos preguntas: por qué (ahora y siempre) nos cuesta tanto aprender matemática y cómo hacer que sea más fácil. 
Según Wilkinson, además del emocional hay otra multiplicidad de factores que hacen que “aparentemente” aprender matemática sea difícil. “Es el área que tiene ‘mala fama’ en la escuela, pero que de a poco se va tratando de modificar este preconcepto. La forma de enseñar matemática, su didáctica, ha tenido grandes modificaciones en los últimos años que facilitan su aprendizaje o, al menos, hace que sea más comprensible lo que realizan los alumnos. Por eso es fundamental que los docentes puedan recibir las capacitaciones pertinentes y arriesgarse a experimentar el enfoque que se propone desde el diseño curricular. Actualmente en la escuela se está socializando más el cómo pensamos y cómo hacemos matemática, los chicos comparten estrategias, construyen otras colectivamente, el saber ‘circula’ y se comparte, y esto está favoreciendo el aprendizaje. De todas maneras, no todos aprenden igual y al mismo tiempo, así como en la adquisición de la lectoescritura los tiempos no son los mismos, en matemática tampoco, y eso es algo que se observa en el aula y hay que poder respetar”, resalta la especialista.

—¿Por qué es importante aprender matemática? ¿Tiene realmente una utilidad práctica o sólo nos estimula el pensamiento abstracto?
—Claramente aprender matemática nos ayuda a aprender a pensar también, estimula el pensamiento y áreas cerebrales que no utilizamos cuando estamos trabajando con otras cosas. La utilidad de la matemática como disciplina está escondida, por decirlo de alguna manera, en otras áreas o ciencias que la utilizan como auxiliar. A veces pareciera que no tiene utilidad, pero es porque no es visible fácilmente, actúa como soporte de otras disciplinas. El trabajo en matemática no implica hacer ejercicios repetitivos sino saber justificar procedimientos y formas de pensar, comparar, contrastar ideas y hacer acuerdos, que hacen que el proceso de aprendizaje implique el desarrollo de muchas otras habilidades, como las metacognitivas, tan importantes para el desarrollo de los alumnos hoy y no observables a simple vista.

—¿Qué se puede hacer, desde pequeños, para mostrarles que esta materia no es un “cuco”?
—Desde pequeños se recomienda jugar con los chicos. A través de actividades lúdicas, por ejemplo con dados y cartas, se favorecen las estrategias de cálculo mental. A veces los padres se sorprenden de cómo los chicos piensan y razonan hoy algunos cálculos. Hay infinidad de propuestas para acercarlos al campo numérico y aditivo desde pequeños. Sin dudas desde el juego no sólo vamos a estar favoreciendo el pensamiento lógico-matemático, sino habilidades que favorecen a la tolerancia a la frustración, el respeto de reglas y el pasar tiempo de calidad con nuestros hijos, tan necesario para su desarrollo integral.

—Los chicos aprenden ahora con métodos muy distintos de los que aprendimos nosotros. ¿Tenemos que ayudarlos cuando no entienden? ¿O dejarlos que resuelvan solos?
—Propongo que primero escuchen a sus hijos, que intenten entender qué saben y cómo están pensando, antes de intervenir directamente. Hacerlos responsables de su propio proceso de aprendizaje es algo que también se trabaja desde casa. Ser auxiliares, andamiajes, no resolverles las cosas, les da muchas más herramientas para el día de mañana que evitar que vayan al colegio con una tarea resuelta con errores. Incentivar a que recurran al docente cuando no entienden algo también es fundamental. Siempre aconsejo a los padres que si no saben cómo intervenir, se abstengan antes que resolverles a sus hijos la tarea, porque ahí nadie está aprendiendo nada. Y, a los docentes, también les recomiendo mandar a casa tareas que sepamos que los niños van a poder resolver por sus propios medios sin tanta intervención del adulto.

Por último, Wilkinson enumera tres consejos básicos para padres que pueden aplicarse a la matemática pero, también, a todas las materias que los chicos deban aprender en la escuela:

  1. Revisar cuál fue su relación con el área y trabajar que, si no fue positiva, no tiene porqué ser igual en sus hijos. Y si fue buena, su hijo tampoco tiene por qué tener la misma facilidad en el área. El aspecto emocional de la relación con el proceso de aprendizaje es la vía primordial que puede facilitar u obstaculizar este camino.
  2. Observar e intentar entender cómo piensan nuestros hijos, de qué forma les resulta más fácil apropiarse de los saberes, conocerlos, escucharlos, compartir con ellos, y a partir de ahí, “sentarse” a estudiar con ellos. 
  3. Tener en cuenta que no todos tenemos los mismos tiempos: no apresurarse y saber que del error se aprende mucho más que si alguien lo resuelve por ellos.






9 abr 2017

Cuando el dolor de cintura es algo más


La lumbalgia es sumamente molesta y puede ser muy limitante. Pero quizás ese dolor en la zona baja de la espalda no tenga que ver con un mal movimiento, un esfuerzo o las causas habituales del lumbago. Quizás sea el síntoma de una enfermedad reumatológica que afecta a unos 320.000  argentinos: la “espondiloartritis axial”.


¿Cómo darse cuenta si el dolor de cintura es sólo eso, un dolor de cintura, o puede ser espondiloartritis? Los especialistas primero indican que si el dolor lleva más de tres meses sin ceder, hay que consultar. “Cuando hay olor a la noche, que incluso llega a despertar al paciente mientras duerme, que mejora cuando uno hace ejercicio y no mejora cuando uno está en reposo, que es un dolor crónico y que a veces mejora rápidamente cuando tomamos antiinflamatorios. Eso conforma un dolor lumbar inflamatorio. Y cuando uno tiene uno de estos síntomas, deberá hacer una consulta”, explica Gustavo Medina, jefe de Consultorio Externo de Reumatología del Hospital de Clínicas. Si no se trata, la enfermedad puede avanzar y ser causa de discapacidad.

Este centro de salud público, justamente, dará durante todo el mes de abril charlas gratuitas para concientizar sobre la enfermedad. Son todos los lunes del mes a las 9 de la mañana. No hace falta anotarse ni pedir turno: los pacientes pueden ir directamente a la División de Reumatología ubicada en el 8vo piso del hospital, al que se ingresa por Av. Córdoba 2351. Luego de la charla sobre la enfermedad, los pacientes que lo necesiten podrán recibir un turno para ser atendidos. 



Es que la dificultad en la detección es uno de los grandes obstáculos para el tratamiento de la espondiloartritis. Se estima que los pacientes demoran unos 7 años en llegar al diagnóstico, justamente porque se lo confunde con un típico dolor lumbar. Por eso los especialistas del Clínicas insisten en hacer una consulta con un reumatólogo y no sólo con el traumatólogo o el clínico.