3 abr 2018

Por qué hay que vacunarse



En estos días, escuchamos en todos los medios una noticia que sonaba alarmista: volvió a haber un caso de sarampión en la Argentina. Una enfermedad que no escuchábamos desde hace años y que se había erradicado en el país. La beba que la sufrió evolucionó bien y ya le dieron el alta, pero hay algo de la alarma con la que, creo, nos tenemos que quedar. No por el sarampión en sí mismo, que puede prevenirse de una manera simple y efectiva: con una vacuna. Y el motivo de alarma es que justamente cada vez más gente cree que no hay que vacunarse.

Los organismos de salud nacionales e internacionales venían advirtiendo desde hace meses del riesgo de la reaparición del sarampión. Hay un grupo de niños que por edad no han sido aún vacunados, pero el gran problema de salud pública son los chicos que, con edad de inmunizarse, no lo han hecho porque sus padres, pudiendo vacunarlos, no lo hacen. Aunque a escala pequeña aún, el movimiento de los anti vacunas ya hace ruido, más fuere en algunos países de Europa y Estados Unidos, donde justamente reaparecieron primero los casos de sarampión. En estos días, un fragmento de un capítulo de Dr. House que circuló por las redes muestra la concepción que sostienen esos padres: que es un negocio de las corporaciones farmacéuticas. “Los ataúdes para niños son un gran negocio”, le retruca a la mamá anti vacunas el ácido médico (activen los subtítulos).



La cuestión es que no vacunar a tu hijo es una decisión que lo afecta directamente a él o a ella y a su entorno: se habla del efecto rebaño, un niño vacunado también protege a los que lo rodean. En este video, el investigador del Conicet Fabricio Ballarini lo explica claramente:



¿Por que entonces hay padres que reniegan de las vacunas? En un artículo en el que alerta sobre la responsabilidad de los medios en estos temas, la Fundación Nuevo Periodismo cuenta que el origen del movimiento anti vacunas se remonta 20 años a 1998. “La revista médica The Lancet publicó un artículo escrito por el doctor Andrew Wakefield, en el que se vinculaba con el autismo a la vacuna tripe vírica, que funciona contra el sarampión, la parotiditis y la rubeola. El artículo original está hoy en día disponible en la versión electrónica de la revista con una enorme advertencia en su título: RETRACTED (DESMENTIDO). Sin embargo, la desinformación referente a la vacunación sigue creciendo a niveles alarmantes casi 20 años después de que se publicara el controversial ensayo del doctor Wakefield”, describe. Y advierte que “la información poco fiable que han encontrado en Internet” hizo que muchos padres sostengan estas posturas sin asidero científico. 

La Organización Mundial de la Salud es categórica: “Las vacunas son seguras. Todas las vacunas aprobadas son sometidas a pruebas rigurosas a lo largo de las diferentes fases de los ensayos clínicos, y siguen siendo evaluadas regularmente una vez comercializadas (...) La mayoría de las reacciones a las vacunas son leves y temporales, tales como el dolor en el lugar de inyección o la febrícula (...) Es mucho más fácil padecer lesiones graves por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna. Por ejemplo, la poliomielitis puede causar parálisis; el sarampión, encefalitis y ceguera, y algunas enfermedades prevenibles mediante vacunación incluso pueden ser mortales. Aunque una sola lesión grave o muerte causada por las vacunas ya son demasiadas, los beneficios de la vacunación superan largamente los riesgos, y sin vacunas habría muchos más casos de enfermedad y muerte”.

Otro ejemplo de la importancia de la vacunación son las personas que murieron o tuvieron serias consecuencias por haber viajado a Brasil sin estar vacunados contra la fiebre amarilla. En al menos uno de los casos, el del joven que tuvo que ser trasplantado del hígado, no había recibido la información correcta sobre la vacuna. Eso, la información, es clave: ante la duda, consultar siempre con fuentes confiables (por ejemplo el sitio del Ministerio de Salud de la Nación o el de los Institutos de Salud de EE.UU.) y recordar cuáles son las vacunas que son obligatorias (y gratuitas) según el calendario oficial.



22 mar 2018

Cuidar la vista de los chicos



Los chicos, cada vez más chicos, tienen su propio celular. Pasan horas con la “pantallita”, sin contar el tiempo con la Play, la tablet y otros dispositivos electrónicos. ¿Es gratuito para su salud? Un reciente informe del Colegio Nacional de Ópticos encendió la alarma: 1 de cada 3 adolescentes argentinos tendrán miopía en 2020 por el mal uso del móvil. ¿Qué podemos hacer los padres para cuidar la salud visual de nuestros hijos? 

“Mirar la pantalla de una netbook, un teléfono inteligente o una tableta de pequeño tamaño durante largos períodos de tiempo, no causa daños permanentes a los ojos —baja el nivel de alarma Betty G. Arteaga, Médica Oftalmóloga del Hospital Italiano—, pero sí pueden ocasionar sequedad y cansancio ocular. Al mirar cualquier dispositivo electrónico pequeño, la persona acomoda (enfoca) su visión en forma constante, lo cual puede redundar en fatiga visual, sobre todo en aquellos que tienen un defecto del foco como la hipermetropía y la presbicia. Los ojos no diferencian entre el trabajo y la diversión: si uno pasa horas fijando la vista puede que se presente irritación ocular al no realizarse los movimientos de parpadeo que lubrican la córnea”.
Las reglas, entonces, alcanzan a chicos y adultos. Pero para los más pequeños hay límites que tienen que tener, y que los padres debemos insistir en poner. “Por consideraciones que van más allá de lo estrictamente visual, se recomienda hasta dos horas por día y no más de ocho por semana: son los padres los encargados de regular la duración”, remarca la especialista.

Y explica por qué: “El exceso, además de favorecer el sedentarismo, puede ocasionar frecuentes dolores de cabeza, principalmente cuando los niños no tienen corregidos defectos en la agudeza visual. También, debido a las posturas que se adoptan durante el juego, pueden aparecer dolores musculares o vicios posturales, muy perjudiciales en un organismo en crecimiento”.
¿Hay más chicos hoy que necesitan anteojos que en nuestra época? Para la médica, hay hoy “un control más frecuente y estandarizado que redunda en una detección más temprana de defectos visuales lo que puede dar la impresión de que se han reproducido los chicos con anteojos a nuestro alrededor. Lo cierto es que la prevalencia de ceguera y discapacidad visual de todo tipo ha disminuido en el mundo y en nuestra región en los últimos 25 años”.

Por eso, los controles son importantes y deben realizarse obligatoriamente al inicio de la primaria para detectar cualquier tipo de trastorno visual. “Las estadísticas muestran que un 25% de la población estudiantil puede tener problemas visuales no detectados, siendo los más frecuentes la miopía (ver mal de lejos), la hipermetropía (problemas de enfoque), el astigmatismo (ver desdibujado de lejos y cerca), o la ambliopía, comúnmente llamado ‘ojo vago, débil o perezoso’. Es importante detectar los defectos visuales a tiempo ya que al no ser corregidos generan una estimulación visual deficiente durante el crítico período de desarrollo y plasticidad cerebral que ocurre durante los primeros 8 años de vida y falta de estímulo resulta en un ojo que no desarrolla su visión normal durante la infancia (ambliope o perezoso)”, concluye.

Foto: Flickr






21 mar 2018

De la piel a la discapacidad




El peso de una cruz sólo lo conoce quien la carga. Para cada paciente, su enfermedad es parte de su historia. Y para la mayoría de los que sufren hidradenitis supurativa (HS), esa “enfermedad de la piel” puede ser un calvario cotidiano que les impide realizar hasta las actividades más simples. En el medio, la incomprensión general por que una “enfermedad de la piel” pueda ser discapacitante. Pero, coinciden los especialistas, esta patología que se expresa en la piel y tiene un origen autoinmune es la enfermedad dermatológica que más afecta la calidad de vida de quienes la sufren.
Se calcula que la tiene el 1% de la población mundial. En Argentina, unas 400.000 personas. No hay estadísticas precisas, por eso desde la Sociedad Argentina de Dermatología están llevando adelante un registro de pacientes, para poder tener una “foto” de a quiénes afecta en el país, y cómo.
Lograr una detección temprana, como en muchas enfermedades, es clave para obtener una mejor respuesta al tratamiento, que suele combinar antibióticos, un medicamento biológico y en algunos casos cirugía. Pero la demora en el diagnóstico, que ronda en promedio los 7 años, es el principal obstáculo. Cómo vencerlo fue uno de los temas centrales del Congreso Europeo de HS, que se hizo en Rotterdam y del que participaron médicos argentinos. “En Europa tienen las mismas demoras que nosotros”, señala Claudio Greco, dermatólogo del hospital Pirovano especializado en HS. Y ensaya una explicación de por qué ocurre: “Cuando yo estudié, en la 'biblia' de la dermatología, el libro de Thomas Fitzpatrick, no llegaba a una carilla lo dedicado a la enfermedad. La hidradenitis es una de las llamadas enfermedades huérfanas. Como durante mucho tiempo no hubo alternativas terapéuticas para el paciente, no se la investigó”.
Greco cree que esta enfermedad puede tener una “trayectoria” similar a la de la psoriasis. Hace 30 años, poco se conocía de ella: ahora, la mayoría sabe de qué se habla cuando se habla de psoriasis, o al menos lo escuchó alguna vez. “Se entendió que la psoriasis es una enfermedad inmunológica. Al identificarse la genética y la inmunología, se identificaron también nuevos objetivos para la medicación”, señala el británico Jonathan Barker, profesor del King's College de Londres y referente en psoriasis, quien marca que ambas enfermedades tienen en común su origen inmune y otras patologías que pueden llevar asociadas, como la enfermedad de Crohn y la espondiloartritis.

La psoriasis provoca placas en la piel. La hidradenitis, en cambio, genera pústulas, por lo general en los pliegues (axilas, genitales, mamas). No sólo son desagradables a la vista: son dolorosas. Un dolor como puntadas, describen los enfermos. Y además, supuran: la piel se moja, se moja la ropa, la secreción da muy mal olor, justamente, a pus.



“Es la enfermedad dermatológica que más afecta al paciente y es discapacitante”, sentencia el experto español Antonio Martorell. Thrasyvoulos Tzellos, docente en la Universidad de Tromsø en Noruega, avala el impacto emocional, social y económico con cifras de distintos estudios realizados en Europa. Señala, por ejemplo, cómo en los enfermos de HS se ve disminuida su productividad laboral: tienen un alto ausentismo laboral (cercano al 60%), su tasa de desempleo casi multiplica por siete a la de la población general y el 23% cree que la enfermedad le interfirió en un ascenso.
Pero lo que más afecta es la sexualidad: “Genera angustia en la vida sexual porque la sufren pacientes jóvenes y en áreas genitales, lo cual es muy significativo, especialmente para las mujeres. También hay más depresión y mayor dependencia de alcohol y drogas”, explica. Y algunas investigaciones incluso advierten sobre un mayor riesgo de suicidio.
Si bien es multifactorial, está comprobado que hay ciertas mutaciones genéticas que predisponen a tenerla. Pero, fundamentalmente, existen dos factores de riesgo: la obesidad y el tabaquismo. “La mayoría de los pacientes son obesos. La obesidad promueve la inflamación. Lo mismo ocurre con el cigarrillo”, remarca Greco. “Comienza entre los 22 y 25 años, favorecida por el estrés, el tabaco y el sobrepeso. El dolor impide moverse y hacer deporte, el impacto emocional genera estrés, el paciente fuma más”, describe Martorell el círculo vicioso de la enfermedad. Y habla del desafío de captar a los pacientes en el “período ventana”, cuando aparecen las primeras manifestaciones y la respuesta al tratamiento es más eficiente.
Esa fue una de las principales conclusiones del encuentro en Holanda: hay que capacitar a los médicos generalistas, a los de guardia, cirujanos, ginecólogos y enfermeras para que puedan derivar rápido. Y concientizar a los pacientes para que consulten a un dermatólogo si estas pústulas (que pueden parecer forúnculos) se les repiten con cierta frecuencia. "Hay que detectar la enfermedad cuando aparece la inflamación y no cuando se llega a la destrucción del tejido, que es irreversible y genera cicatrices", suma Falk Bechara, ex presidente de la Sociedad Alemana de Cirugía Dermatológica.
A Giusi Pintori ese diagnóstico le llegó hace 10 años, después de una década de lidiar con las lesiones, un dolor insoportable y que en su trabajo –paradójicamente en un centro médico-- no le creyeran que estaba enferma. Hoy es la presidenta de la federación europea de pacientes y tiene una meta: llevar el debate por esta enfermedad a la Organización Mundial de la Salud para que se la considere, justamente, por su condición discapacitante.
Su otro sueño es que en cada país los pacientes se unan y se pueda formar una federación internacional. Porque, asegura, “ninguno se salva solo”. Y ése es el mensaje que esta italiana les da a quienes hoy reciben un diagnóstico que puede ser devastador: “Hay una esperanza de mejorar y de tener una vida bella. Pero tenés que quererlo. Dejar de verte sólo a vos mismo, buscar fuerza en los otros y también dar a los otros. Tenés la enfermedad, pero la enfermedad no te tiene a vos”.

Testimonios
"Sufrí mucho bullying"
Katherine Bilbao tiene 22 años y la hidradenitis supurativa la marcó toda su adolescencia. “Sufrí mucho bullying. El desarrollo de la vida sexual es terrible. No sé nadar no porque le tenga miedo al agua, sino porque tenía vergüenza de mostrarme, de ponerme una bikini”, dice. La gente la evitaba y tampoco le fue mejor con los médicos: pasó por decenas de consultorios sin diagnóstico y también allí sufrió maltrato. “Los dermatólogos a veces son tan crueles... yo tengo una enfermedad grave”, remarca, y dice que hasta le han llegado a preguntar si la habían violado o si se autoflagelaba.
La situación cambió cuando conoció a su actual médico, Mariano Marini, dermatólogo del Güemes. “Había recibido el diagnóstico y estaba totalmente colapsada. Es un ser humano increíble: me abrazó, me contuvo, y me dijo: ‘Negra, tenés que ir al psiquiatra y al psicólogo porque necesito que estés bien psicológicamente. Me ayudó a hablar de mi problema de piel que tanta depresión llevaba a mi vida”.
Con el tratamiento, tuvo mejoras muy importantes y hoy casi no tiene lesiones. Ahora, su objetivo está puesto en ayudar a otros que están pasando por lo mismo que pasó ella. “Me contacté con otros chicos con hidradenitis y armamos una página de Facebook, Hidradenitis Supurativa de Argentina. Ayudamos a conseguir turnos con médicos especialistas, dónde conseguir algún tratamiento. Que alguien te pueda dar esas manos es buenísimo”, asegura.

"Es una enfermedad perra"
Enrique Gallo Calderón tiene 70 años. Y se presenta con una fotocopia color de una nota de Clarín, que lleva siempre guardada en el bolsillo.
Lo habían diagnosticado poco tiempo antes. Su caso sale de la media: tuvo las primeras manifestaciones a una edad más avanzada que la mayoría de los pacientes. En lo que sí sigue la regla es en el dolor, las secreciones, el mal olor. Pasó días en los que sólo podía estar acostado boca abajo. Las lesiones en los glúteos le impidieron trabajar: era remisero. Antes fue taxista y antes bancario, pero la enfermedad cardíaca lo obligó a una jubilación temprana.
Confiesa que en los peores momentos, tuvo ideas suicidas. Ahora, en tratamiento, dice que tiene “días buenos y malos”. Esta “enfermedad perra”, como la llama, es un sube y baja. Y en esta etapa de su vida, él tomó como una misión hablar de ella, para que más gente la conozca y se pueda diagnosticar. “Sabiendo lo que uno tiene, se sobrelleva mucho mejor”, asegura.



28 feb 2018

5 cosas que odio de volver a clases




Empiezan las clases. En cada familia se puede vivir con alegría (porque los chicos vuelven al colegio) o con desazón (porque también volvemos nosotros).

En mi caso es una mezcla de ambas. Porque siento que volver a nuestra rutina deseada es sano. Pero también hay cosas que, claro, me molestan. Porque incluso a la madre “escolar” más perfecta hay cosas que le molestan. Esto es lo que yo odio de volver al colegio.

1. Que por todos lados la ciudad esté llena de carteles de vuelta al cole. Si como yo te tomaste vacaciones la segunda quincena de febrero, está el marketing para recordarte que tus vacaciones están devaluadas respecto de los que se fueron en enero. Vas al súper a comprar protector solar y las promociones son de repuestos de 480 hojas. Mátame.

2. Que siempre llego tarde a organizar la mochila. Consecuencia de lo anterior: te fuiste en febrero, volvés dos días antes de que empiecen las clases (¿hay necesidad de arrancar el ciclo lectivo un jueves? ¿Eso va a garantizar que nuestros chicos cumplan los siempre postergados 190 días de clases?), tenés que comprar todos los útiles, probarles la ropa y rogar a Dios y a todos los Santos que el local de uniformes escolares tenga la remera del talle de tu hijo. Igual, talle no va a haber y va a tener que empezar con la remera gastada del año anterior. 

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3. Que la escuela nunca te manda la lista de materiales completa. Fuiste a la librería que tenías descuento y queda del otro lado de la ciudad, hiciste media hora de cola en el supermercado porque había promo con tu tarjeta, o te organizaste con otras mamás en compra mayorista, pensás que tenés todo resuelto y te siguen pidiendo cuadernos ABC con pintitas violeta hasta mayo.

4. Que tengo que empezar a pensar otra vez en la vianda de cada día. Estoy convencida de que es el peor castigo de toda madre con hijos en edad escolar y yo tengo suerte porque los míos sólo llevan la merienda de media mañana. Y ya es una lucha diaria para elegir opciones sanas y ricas, y evangelizarlos para que los viernes de buffet no compren papas fritas en el recreo de las 9. ¿Nuestros dirigentes tan preocupados por la salud de nuestra población se ocuparán en serio alguna vez de regular a los kioscos de los colegios para que sean realmente saludables?

5. Que tengo que volver a levantarme tempranísimo. De solo pensar en que otra vez tengo que poner el despertador a las 6, quiero llorar. Creo que tiene un impacto biológico levantarse de noche, las neurociencias deberían estudiarlo. Obvio que siempre me termino acostando tarde, duermo poco, me siento mal, me convierto en una madre irritable, mis hijos me odian. Y ahí es cuando pienso, como en la canción de Los Raviolis, que debería haberlos mandado al turno tarde. Se las dejo para que la escuchen si no la conocen y para que la vuelvan a escuchar si sí. Y pongámosle un poco de humor a la vuelta al cole, que cuando los que íbamos éramos nosotros, ¡estos días eran todavía peores!



21 feb 2018

¿Los insectos son un alimento?




Hace unos meses, cuando el chef brasileño Alex Atala vino a cocinar a Tegui --considerado el mejor restaurante de la Argentina-- la gran curiosidad de los periodistas y comensales ultra sibaritas era si había traído sus famosas hormigas del Amazonas. Atala, un revolucionario de la cocina, puso en el primer plano de la más alta gastronomía global los productos de la selva brasileña, que incluyen los insectos que habitualmente consumen esas comunidades y muchas otras en Latinoamérica.


Algunos de esos nuevos alimentos son el jugo de noni (una planta de Tahití) y las para nosotros conocidas semillas de chía. Además abre la puerta a futuros desarrollos con nanotecnología. Respecto de los insectos, incluye ahora tanto sus partes como los animales enteros.
Insect Fit es una empresa española que está por lanzar barritas energéticas con harina de grillo. Alberto Mas Gomis, del área comercial, cuenta que hay ya varias empresas que en Europa producen alimentos con harinas de insectos. Ellos traen los grillos desde “granjas de insectos en Tailandia”, pero vaticina que en breve aparecerán estos productores de materia prima en España y Europa. Asegura que los eligen porque tienen “tres veces más proteína que la carne, dos veces más calcio que la leche y dos veces más hierro que la espinaca”.
“Son una fuente de proteína importante y lo van a ser en el futuro. El 50 % del peso de un insecto es proteína”, concede la médica especialista en nutrición Mónica Katz. Su colega Silvina Tasat, vocal de la Sociedad Argentina de Nutrición, aclara que los insectos más proteicos son los que tienen más caparazón y pone su consumo en un contexto: “En Ghana, por ejemplo, sí se utilizan mucho porque hay hambre y una necesidad de consumir una fuente proteica. Aquí, en la tierra del asado, me parece difícil que se imponga”.
Según el organismo de Naciones Unidas, más de 1.900 especies de insectos comestibles complementan la dieta de 2.000 millones de personas en el mundo. Los que más se consumen son los escarabajos (31%), las orugas (18%) y las abejas, avispas y hormigas (14%). En Latinoamérica, son famosos los chapulines de México: grillos disecados y salados que comen como snacks (de allí viene el nombre de Chapulín Colorado). "Utilizamos los chapulines apenas empiezan a salir después de las lluvias. La manera en que más se comen es con sal, limón y chile. También en una salsa de molcajete con tomate, cebolla y chile de árbol: lo mueles y lo usas para lo que quieras. O como relleno para carnes. Alguna vez hemos hecho hasta una panacotta", detalla el chef mexicano Jorge Córcega. 
“En Argentina puede ser que haya algún consumo en particular en alguna cultura recolectora del noreste”, comenta Martín Molteni, chef de Puratierra y uno de los cocineros que más investigó en las raíces de la cocina argentina. Cree que el aval europeo puede ser impulso para difundir estos alimentos, pero que el hecho de que ganen en masividad estará ligado a los costos. “Es un recurso nutricionalmente válido. Pero si es caro, no será popular nunca”, dice Molteni, que liga el rechazo a los insectos “a una cuestión cultural”.
Este punto analiza Jorge Frana, ingeniero del INTA en Rafaela y uno de los máximos referentes del organismo en insectos. “Desde épocas milenarias constituían la alimentación de la humanidad en forma complementaria. Los programas de Marley fueron los que mejor captaron esa idea de probar delicadezas: sí, en Asia comen langostas, grillos, cucarachas”, reivindica al conductor. Y cuenta que su profesor de posgrado en EE.UU. les hacía probar larvas fritas: “Si rompés esa fobia innata que lleva el humano, no los vas a ver más como enemigos. Esa fobia la tenemos por mal entendidos. Dicen que la cucaracha es sucia, pero cuando la mirás la microscopio, cada 30 segundos se limpia patas y antenas, porque ahí tiene los sensores para percibir el ambiente. La cucaracha se mueve por un ambiente sucio, pero eso lo provee el humano”.
La FAO trae el ejemplo del sushi para vaticinar un futuro en el que venzamos la fobia a los bichos como la vencimos al pescado crudo, que hoy es manjar global. Por lo pronto, más emprendimientos gourmet los están sumando (como una cadena de panaderías de Finlandia que hace panes artesanales con grillos enteros) y en Nueva York ya hay un festival gastronómico de bichos (el Brooklyn Bugs). Será cuestión, como Marley, de perder el miedo y probar. 


23 ene 2018

Verano en movimiento



En la playa, armar actividades para los más chiquitos es difícil. Por eso, cuando encontramos algo que les llame la atención y los entretiene es un bálsamo para los adultos.

Este verano, Huggies lleva una propuesta a distintos lugares de veraneo tanto de la Costa Atlántica como de Córdoba y Rosario. En el marco de su acción con "un verano a puro movimiento", propondrá actividades recreativas para la familia, juegos para niños, shows de payasos y globología, además de juegos para acceder a premios. Y también presentarán a los padres sus nuevos pañales cerrados Huggies Active Sec Baby Pants.

Las actividades se harán en estas ciudades:

- Mar del Plata: 26, 27, 29 de enero y 1, 9, 11, 12, 15, 16 y 18 de febrero
- Miramar: 3, 7, 13 y 17 de febrero
- Pinamar: 28 de enero y 4 y 10 de febrero
- Villa Gesell: 30 de enero y 2 y 8 de febrero
- Carlos Paz: del 8 al 13 de febrero
- Rosario: del 8 al 13 de febrero 

Más información en www.facebook.com/HuggiesArgentina

10 ene 2018

La paciencia de la araña



Las vacaciones son un buen momento para hacer con nuestros hijos las salidas que les gustan, pero también para proponer otras que no hacemos habitualmente y que pueden ser una sorpresa para ellos y para nosotros. 

Esta semana hicimos plan de museo. Siempre trato de llevarlos, durante el año, a las exposiciones que creo que a ellos pueden llamarles la atención. Insisto en que los museos, en especial los de arte, son espacios que ayudan a los más chicos a “abrir la cabeza”. Encontrarse con propuestas diferentes, que pueden no entender, pero que desde algún lugar los va a movilizar. Vale esto para ellos, pero también para nosotros. 

Esta vez nos fuimos al Museo de Arte Moderno, en San Telmo. La excusa era ver Cómo atrapar el universo en una telaraña, la renombrada instalación de Tomás Saraceno, un artista argentino que vive en Berlín. En una de las salas, a oscuras y sólo iluminada por luces LED en el piso, está la telaraña más grande que se haya tejido. La hicieron 7.000 arañas de 18 colonias, en un proyecto del que participó el estudio de Saraceno y el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia. Las telarañas son una obra de arte, realmente. Parecen la obra de un artista que tejió intrincados caminos con múltiples simbologías. Pero las tejieron las arañas, en una instalación que invita a reflexionar sobre el universo entendido como una red de interconexiones donde cada elemento se despliega y transforma. Para los más pequeños es fascinante y una experiencia recomendada si les tienen temor a los arácnidos, porque al principio impresiona, pero después lo ves realmente de una manera diferente. 


La muestra está en el segundo piso. Suban en ascensor: es enorme, de madera, con un banco. A los chicos les va a divertir. De allí vayan bajando. En una de las salas del primer piso está la exposición de Ides Kilhen, una artista plástica que acaba de cumplir 100 años y que tiene aquí una celebración de cumpleaños con colores, collages, payasos, peces y otras figuras. Lúdica, a ellos les va a gustar.


En la sala contigua, otra exposición traza una ajustada retrospectiva de Sergio Avello, artista argentino que falleció en 2010 y que atravesó con su producción la vanguardia de los 80, los 90 y la crisis del 2001. Desde la abstracción a la resignificación que hizo de los símbolos patrios como nuestra bandera y la estadounidense, la obra de Avello los va a hacer pensar, incluso a los más chicos. Parense delante de la enorme bandera argentina de luces que van moviéndose al ritmo de la música y que la transforman en una especie de disco y permitanse bailar. 


En el primer piso hay además una pequeña exhibición de parte de la colección permanente (con nombres importantes como Picabia y Kandinsky) y en el subsuelo, otra instalación de Elba Bairon. “Me gustó, pero no la entendí”, me dijo mi hijo. De eso se trata también el arte: de que te pase algo con lo que ves, aunque no siempre lo comprendas. 

El museo queda en Av. San Juan 350. Abre de martes a viernes de 11 a 19 y los sábados, domingos y feriados, hasta las 20. La entrada cuesta $ 30 y los martes es gratis.

3 ene 2018

5 consejos para prevenir la otitis




Segunda semana de mis hijos en la colonia y ella ya llegó: la bendita otitis. Esta infección en la parte externa del oído es uno de los problemas más comunes en el verano y la mayor incidencia se da justamente en los chicos de entre 7 y 12 años. 
Aunque en general evoluciona bien con el tratamiento con antibióticos, el dolor puede ser muy intenso y es limitante para los nenes en la actividad de verano que más les gusta: la pileta. ¿Qué hacer entonces?
Como la pediculosis, otro problema típico del natatorio, es difícil de evitar, pero hay algunas cosas que se pueden hacer para evitarla:
1. Controlar la sanidad del agua. Son justamente las bacterias que se encuentran en ella las que pueden causar estas infecciones en el oído, por eso no hay que nadar en aguas sucias. El control del agua deben hacerlo en el natatorio, pero es uno de los temas a consultar a la hora de elegir una colonia. 
2. Mantener los oídos limpios y secos, evitando el ingreso de agua al ducharse o bañarse en la bañadera. Secarse cuidadosamente después de haberse bañado.

3. No rascarse los oídos ni introducir hisopos de algodón. Los objetos extraños en el conducto auditivo también son causa de otitis. 

4. Al nadar, usar tapones. Para los chicos es difícil acostumbrarse, pero hay distintos formatos. Los rígidos con cordón tienen menos probabilidades de perderse, los blandos que se adaptan al oído suelen ser más confortables para ellos. 

5. Una medida preventiva recomendada por los especialistas es poner un gotero alcohol y vinagre de alcohol en partes iguales, y colocar dos gotas en cada oído al finalizar el día de natación. El alcohol y el ácido del vinagre ayudan a prevenir la proliferación de bacterias.

Y si tu hijo tiene dolor o picazón en el oído, le supura o no escucha bien, siempre consultar al médico. A tener paciencia: la otitis es un clásico de verano.


Foto: Flickr