El sobrepeso y la obesidad infantil son un problema global: los padecen 1 de cada 4 chicos en América Latina, y Argentina tiene la tasa más alta de la región en obesidad en edad preescolar (7,3%) de acuerdo a datos difundidos por la Fundación Interamericana del Corazón.
Una de las causas del problema es que los chicos no hacen la actividad física suficiente, que ya de por sí en la escuela suele ser pobre. En Estados Unidos, por ejemplo, el Centro para el Control de las Enfermedades recomienda que todos los chicos hagan media hora de actividad intensa extra escolar. Aquí, sólo el 40% de los alumnos realiza alguna práctica fuera del horario escolar. Y quizás tampoco eso sea suficiente.
Un nuevo estudio advierte que la danza, una de las alternativas más populares que buscamos los padres --en especial de las nenas-- para que se "muevan” probablemente no estén surtiendo el efecto buscado.
La investigación la hicieron especialistas de la Universidad de California San Diego y la publicaron en la revista Pediatrics, de la Asociación Estadounidense de Pediatría. Los expertos analizaron 66 clases de 264 nenas en 21 centros públicos y privados de San Diego, Estados Unidos. Estudiaron siete tipos de danza, incluyendo las más difundidas (ballet, salsa, hip-hop, tap) con acelerómetros, para calcular los niveles de actividad durante las clases.
¿Qué demostraron? En primer lugar, que del total sólo el 8% de las nenas de entre 5 y 10 años estaban teniendo los 30 minutos de actividad física vigorosa extra-escolar recomendada. Pero también probaron que, de todas las danzas estudiadas, el ballet es una de las que menos funciona en términos de intensidad en la actividad física. En promedio, las alumnas pasaron sólo el 30% de la clase en una actividad moderada a vigorosa. La única que tuvo valores más bajos fue el flamenco, del 14%. ¿La mejor? El hip hop, con casi un 60% del tiempo de la clase invertido en una actividad intensa. La salsa y el folclore estuvieron cerca del 40%, valores similares al tap. La danza jazz se acercó al 50%. En el grupo de adolescentes (entre 11 y 18 años) los valores fueron todavía más bajos.
Los expertos que lideraron la investigación dicen que la danza es una gran oportunidad para que los chicos se muevan, pero que es clave mejorar los métodos de enseñanza para “incrementar la actividad en todos los tipos o poner mayor énfasis en los tipos de danza más activos”.
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