Los 8 traumas que deben enfrentar todas las madres


¿Cuánto se ha escrito en los libros de puericultura sobre las situaciones difíciles que viven los niños? Solo con el síndrome del octavo mes, tenemos para hojas y hojas y hojas. ¿Pero quién piensa en las situaciones difíciles que afrontamos las madres? ¿Nadie piensa escribir sobre nuestros traumas y cómo manejarlos?
No tenemos un octavo mes, pero sí tenemos ocho momentos traumáticos que toda mamá debe atravesar. Todos ellos tienen que ver con el “dejar”, pero cada uno tiene sus implicancias particulares. Y puede mejorar la forma de enfrentarlos a medida que se suman hijos, pero tampoco cambia sustancialmente lo que nos pasa frente a ellos.
1- Salir por primera vez de casa. Tenemos un bebé pequeñito durmiendo en su cuna. Papá no está, pongamos, porque está trabajando o de viaje. Descubrimos de pronto que nos quedamos sin leche maternizada o que necesitamos un ingrediente indispensable para la torta de cumpleaños del mayor. O, peor aún, el bebé tiene unas líneas de fiebre y no hay antipirético. Hay que salir sí o sí. Nunca lo dejamos hasta ahora. ¿Qué hacemos? ¿Pedimos ayuda a una vecina, hacemos venir a madre y/o suegra o cargamos al pequeñito y lo llevamos hasta dónde haya que llevarlo? Podemos optar por esta última opción, pero tarde o temprano habrá una primera vez. Pensemos que no es tan grave, se queda en casa, en un ámbito conocido: ya habrá “abandonos” mucho peores. Igual, ¿quién no espera a que se quede dormido y va y viene corriendo (literalmente) del supermercado para llegar antes de que se despierte?
2- La primera salida de pareja. ¡Por favor! ¿A quién se le ocurre querer retomar el romance cuando uno tiene un hijo? ¿Cómo lo vamos a dejar? ¿Nosotros nos vamos a ir al cine y después a cenar mientras él o ella queda en unas manos que no son las mías? O más: ¿cómo se le ocurre a esa amiga casarse cuando yo acabo de tener un hijo? ¿Por qué me obliga a elegir entre ir a su casamiento o abandonar a mi niño? Dale las gracias a esa amiga: obligarte a salir del nido y a reencontrarte con que puedes tener un rato placentero es un gran favor que te está haciendo. Lo mismo si te animas por tu cuenta a esa salida romántica. Dejar stock de tu leche si aún la toma te hará sentir menos culpable. Es un camino que vas a tener que aprender a andar.
3- Volver a trabajar. Corremos la fecha de la licencia, nos gastamos las vacaciones de dos años, hacemos mil malabares para prorrogar todo lo que se pueda ese maldito momento. Tenemos siglos de cultura encima haciéndonos sentir las peores mujeres del mundo por volver a trabajar y no quedarnos en casa cuidando a nuestro retoño. Puedes no querer hacerlo o puedes querer y no poder. En ambos casos, hay que dejar la culpa a un costado, ser pragmáticas, organizar las rutinas de la casa y del bebé y, fundamentalmente, tener confianza en la institución o la persona que quedará a cargo de nuestro hijo. Y lleva pañuelos descartables en la cartera: siempre vas a llorar cuando lo dejes por primera vez.
4- Abandonarlos en el jardín. ¿Quién no se sintió una madre que abandona cuando su pequeño lloraba desconsolado en la puerta de la sala y la maestra lo alzó en brazos y se lo llevó mirándonos con cara de “no pasa nada”? ¿Quién se cree esa para decir si pasa o no pasa nada y llevarse a mi hijo argumentando que lo mejor para él (o ella) es que yo, que soy su madre, me quede afuera del aula? ¿Quién no quiso entrar y recuperar a su hijo secuestrado? Sí, es verdad. No pasa nada y lo mejor que le puede pasar a nuestro hijo para encaminar su proceso de socialización es que le hagamos caso a lo que nos dice la bruja de la maestra.
5- El primer pijama party. Podemos invitar a dormir a casa a todos sus amigos o amigas, pero llegará el momento en que hay que devolver esas invitaciones. Por más que conozcamos íntimamente a los papás del amiguito, siempre van a aparecer temores: si lo cuidarán bien, si comerá, si la casa es segura, si va a dormir durante la noche, si habrá una mascota que pueda lastimarlo. En realidad, en el fondo, ¡el temor es que el niño la pase tan bien que no quiera volver!
6- El primer campamento. Supongamos que ya logramos superar la excursión al museo, que salgan del ámbito controlado del colegio a la jungla de la ciudad, que vayan en un transporte público con una legión de solo cinco mamás y seis maestras para controlar a 30 niños. Supongamos que ya superamos todo eso. ¿Hay necesidad de que tengan que pasar la noche fuera de casa al aire libre? ¿Expuestos a bichos monstruosos, mordeduras y picaduras, las inclemencias del tiempo o una chispa asesina del fogón? Sufro hasta que recibo el llamado de la cadena telefónica de que ya llegaron, para empezar a sufrir pensando en todo esto hasta el día siguiente que baja del micro indemne.
7- El primer torneo en otra ciudad. Si con el campamento a una hora de distancia no fue suficiente, al equipo de handball se le ocurre ir a jugar un torneo a 800 kilómetros de distancia. Los profesores aseguran que será una experiencia de confraternidad inolvidable. Inolvidable van a ser para mí los cuatro días que se va a pasar en la ruta, en el hotel, en un club desconocido y con gente desconocida. Si logro superar esto, ya nada más me va a afectar.
8- La primera vez que van a bailar. Mentira. Nada te va a afectar hasta que tu hija de 14 te dice que quiere ir a la discoteca porque todas sus amigas van. Todos los temores a lo desconocido se magnifican por la noche y los riesgos siempre presentes del alcohol, las sustancias prohibidas y otros en los que prefieres ni pensar. No puedes excluir a tus hijos adolescentes del mundo, así que tarde o temprano ellos irán y tú recordarás otra vez lo que era pasarse una noche entera sin dormir, como cuando eran pequeños. Lástima que nadie inventó todavía el baby call para teenagers.

Esta nota se publicó originalmente en Disney Babble Latinoamérica. 

Adriana Santagati

Soy periodista desde hace 20 años y mamá desde hace 10. Edito en Clarín Sociedad, soy blogger en Disney Babble y escribo en Ciudad Nueva. En este blog recopilo noticias, consejos, experiencias y reflexiones sobre todo lo que nos atraviesa en nuestra vida cotidiana (y en especial en la maternidad/paternidad).

No hay comentarios:

Publicar un comentario