Hace un tiempo, se viralizó en las redes sociales un video que aseguraba que el trabajo más esclavo del mundo es el de ser madre. Ahora, otro video viral dice que el trabajo más esclavo del mundo es el de ser niño. Específicamente, el de ser alumno de la escuela primaria. ¿Por qué? Por la tarea.
La española Eva Bailén es madre de tres hijos. Ella inició una campaña en un sitio de ciberactivismo para pedirle al Ministerio de Educación de España que implemente un protocolo racional de deberes para los estudiantes. Ya sumó más de 160.000 firmas. El reclamo de Eva es el mismo que el de la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa), una organización civil que representa a familias de escuelas públicas españolas. Explican que los alumnos de ese país pasan entre seis y siete horas en el aula y que exponerlos a mayor demanda en su casa es contraproducente. Esto obliga a los padres a ayudarlos, genera discriminación (porque no todos pueden recibir la misma ayuda) y expone a los niños al fracaso.
¿Qué opinan del video? Recuerdo tardes enteras, cuando era una nena, sentada en la mesa del comedor haciendo cuentas interminables, marcando mapas y subrayando resúmenes. Mi madre me dejaba ver el teleteatro de las 13, pero indefectiblemente a las 14 tenía que ponerme a trabajar. Corría contra reloj para llegar a terminar a las 17, hora de la leche y de los dibujos animados, pero no siempre lo lograba. Era muy buena alumna y se me daba bien la escuela. Tenía compañeros que jamás veían los dibujitos, porque no llegaban a acabar con la pila de deberes.
Hoy, con más madres que trabajan, la escuela de jornada completa se volvió una necesidad y un espacio de contención de los niños. Mis hijos, por ejemplo, ingresan al colegio a las 7.30 y salen a las 16.30. Y luego siguen su jornada con distintas actividades deportivas, la única forma de intentar que lleguen a cumplir la hora diaria de actividad física recomendada por los médicos. Su escuela tiene una propuesta pedagógica que fija una tarea que el alumno debe poder cumplir en un máximo de 50 minutos y cuentan con la “hora de tarea” para realizarla durante el turno tarde. Pero sé que es casi una excepción: mis sobrinos y los hijos de mis amigas se llevan hojas y hojas de deberes a sus casas. Muchos padres seguimos considerando que a mayorás tarea mejor es la escuela. ¿Mejor es la escuela?
En Francia, un país que históricamente ha estado a la vanguardia en más de un aspecto, los padres declararon en 2012 una “huelga de deberes” para reclamar por la excesiva tarea que los maestros imponían a sus hijos. Lograron que el gobierno aprobara una ley para prohibir la tarea en casa a los chicos de entre 6 y 12 años. Según un artículo publicado el año pasado por el sitio informativo español Calamar2, muchos profesores no la respetan e igual les mandan actividades extraescolares.
Los españoles están ahora en la misma pelea. Piden que la tarea se asigne solo a los alumnos de cursos avanzados de primaria, en una cantidad reducida, y que cada colegio determine qué deberes dará a sus chicos para que esto no quede a libre albedrío del maestro. Dicen que la prueba PISA (una evaluación internacional de calidad de la educación secundaria) demostró que en los alumnos de 15 años más de cuatro horas semanales no mejoran el rendimiento escolar y que menos entonces lo harán en los más chicos. En la Argentina, sin embargo, un análisis del último ONE (algo así como el equivalente local de PISA) probó que los estudiantes que hacen tarea en sus casas tienen mejor rendimiento.
La gran cuestión, como en tantas cosas, pasa no por el “qué”, sino por el “cuánto” y también por el “cómo”. A un chico que se pasa nueve horas en la escuela como los míos, ¿hay que darle también tarea en casa? Que levante la mano el adulto que no se quejaría si después de ocho horas en la oficina todos los días su jefe le hace llevarse trabajo para seguir en casa. Otra pregunta: ¿tienen sentido las tareas repetitivas? ¿O no sería más interesante que la escuela propusiera actividades para fijar el conocimiento adquirido en el aula, pero de una manera más lúdica y atractiva para estas nuevas generaciones? Que sean actividades que los ayuden a pensar, los estimulen a imaginar, les permitan desarrollar diferentes capacidades y se valgan de las nuevas herramientas tecnológicas para comprender el mundo en el que viven.
Por último, hay tres puntos que remarca la mamá española en el petitorio y que me parecen muy importantes para analizar el tema. Pide que las tareas fomenten en los alumnos el aprender a aprender, las competencias sociales (que no reduzcan el tiempo de convivencia familiar ni de interacción con otros niños) y la iniciativa y el espíritu emprendedor, para el que es necesario el tiempo libre e, incluso, un tiempo para aburrirse.
Foto: Flickr / henrybloomfield
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