En el trabajo, resistir es más difícil


Cuando en diciembre se hagan los balances de este 2014, dos nombres de mujeres seguramente aparecerán como protagonistas de dos hechos resonantes del año: Jill Abramson y Natalie Nougayrede. Ambas son periodistas y ocuparon dos de los sillones más codiciados del negocio periodístico: las jefaturas de redacción de The New York Times Le Monde, dos de los diarios más prestigiosos e influyentes del mundo. Y ambas terminaron eyectadas de sus cargos.
Abramson y Nougayrede son casos testigo de la batalla de la mujer para ganar espacios en el ámbito del trabajo y ser consideradas igual que los hombres. En febrero, la Unesco difundió un informe titulado “Enseñanza y aprendizaje: lograr la calidad para todos”, en el que afirma que las mujeres tienen que estudiar más para ganar lo mismo que los hombres. 
Analizando los datos de la Argentina, la agencia para la educación de las Naciones Unidas reveló que, al comparar hombres y mujeres que cursaron la primaria, ellas cobran aproximadamente la mitad. La situación mejora con la escolaridad y la diferencia se reduce a dos terceras partes entre los que cursaron la secundaria. 
Si bien la situación mejora al subir en la escala jerárquica, la disparidad sigue existiendo: otro informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y el Conicet mostró que solo el 34,2% de los puestos directivos son ocupados por mujeres. Y en coincidencia con la polémica por los casos de Le Monde y The New York Times, se conoció una encuesta realizada por la consultora internacional Strategy&, que analizó las conducciones de las 2.500 compañías más grandes del mundo en la última década y halló resultados muy interesantes. 
Solo el 3% de los cargos de CEO (la máxima posición en una empresa) están ocupados por mujeres y además ellas son forzadas a abandonar sus puestos antes que los hombres.
Según los analistas de la consultora, publicó el diario británico The Guardian, la tasa más alta de fracaso no se debe a que las mujeres son puestas en roles más desafiantes, sino a que son consideradas outsiders en la estructura. Por eso se encuentran más vulnerables: no entienden la organización, no pueden diagnosticar los problemas tan rápido y no comprenden la cultura de la empresa. ¿Por incapacidad? No, porque esas empresas siempre estuvieron conducidas por hombres. “Las mujeres son tratadas con mayor dureza por los hombres debido a que hay más hombres en los directorios”, señalan.
¿Estamos condenadas entonces al eterno “techo de cristal”? Los consultores de Strategy& dicen que no: puede ser que las mujeres se vayan antes de los cargos directivos, pero también están accediendo a ellos más y más rápido que antes.
La prueba está en los avances que hubo en las últimas décadas: cada vez hay más mujeres CEO, incluso en rubros históricamente considerados “de hombres”, como la industria automotriz. En la medida en que las empresas apuesten a promover a sus talentos femeninos internos y más mujeres vayan ocupando cargos gerenciales, la situación irá cambiando puertas adentro. Y quizás en 10 o 20 años, otras Abramson y Nougayrede tengan una mejor oportunidad.
Este post se publicó originalmente en Disney Babble Latinoamérica

Adriana Santagati

Soy periodista desde hace 20 años y mamá desde hace 10. Edito en Clarín Sociedad, soy blogger en Disney Babble y escribo en Ciudad Nueva. En este blog recopilo noticias, consejos, experiencias y reflexiones sobre todo lo que nos atraviesa en nuestra vida cotidiana (y en especial en la maternidad/paternidad).

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