Ideas para prevenir la obesidad infantil


El de la obesidad infantil es un serio problema de salud pública. La Fundación Interamericana del Corazón advierte que Argentina es el país con mayor porcentaje de chicos obesos de América Latina, con un 7,3% de prevalencia. Según la última Encuesta Mundial de Salud Escolar, de la que participó nuestro país, en cinco años la obesidad entre los adolescentes pasó del 4,4% al 5,9% y el sobrepeso subió del 24,5% al 28,6%.


Con estas estadísticas presentes y un contexto que tiende a favorecer que sigan aumentando –chicos cada vez más conectados, que se mueven menos y consumen alimentos calóricos--, la Sociedad Argentina de Nutrición elaboró un nuevo consenso para abordar la obesidad en niños y adolescentes. “La obesidad infantil es de fácil diagnóstico, difícil tratamiento y muy mal pronóstico. Está comprobado que cuanto más precoz es la aparición de la obesidad, más difícil es su tratamiento. La base del mismo debe ser un plan de alimentación moderadamente hipocalórico combinado con actividad física y educación alimentaria, tanto del chico como de su familia”, señala Olga Ramos, directora de la Carrera de Nutrición Pediátrica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y coordinadora del documento.

Esta guía apunta a los médicos, pero hay consideraciones que los padres deben tener en cuenta:
  • Para los niños o adolescentes no se recomiendan dietas de muy bajo valor calórico. Estas provocan “rebote”: que el paciente gane peso rápidamente al suspender el tratamiento. Pero, además, los chicos están en una edad de plena evolución y se corre el riesgo de que no sólo pierdan tejido graso sino también tejido muscular.
  • Los chicos y adolescentes tienen un requerimiento mínimo de calorías que hay que cuidar para su normal crecimiento y desarrollo. La dieta, si es muy hipocalórica, puede alterarlos.
  • Un buen plan de alimentación es aquel que el niño pueda sostener a lo largo del tiempo y al que su familia pueda adherirse.
  • Un plan de alimentación ideal debe cumplir las siguientes proporciones diarias: 50% de hidratos de carbono; 20% de proteínas (con predilección por las de origen animal); y 30% de grasas. Manteniendo estas proporciones, hay que reducir la cantidad de lo que se come.
  • No hay alimentos prohibidos, sino que algunos no conviene ingerirlos con frecuencia. La palabra prohibido no tiene que existir. El médico tiene que explicarle al chico qué cosas no le convienen y por qué.
  • Más allá del plan de alimentación, la prescripción de educación física es el otro componente clave. La base de todo tratamiento está en el equilibrio entre lo que se come y lo que se gasta a través de la actividad física.
  • Hay que adaptar el tipo de ejercicio a las posibilidades físicas, emocionales y económicas del chico. Caminar es una opción útil, sencilla y fácil de implementar.


Al hablar de por qué se llega al problema, Ramos marca dos causas como las principales de la obesidad infantil: ingerir alimentos con alto valor calórico (azúcares simples, grasas, exceso de harinas, bebidas gaseosas azucaradas) y falta de actividad física. “Es indudable que el entorno familiar es fundamental en el desarrollo de esta enfermedad, así como de su evolución. El niño adhiere en épocas tempranas de la vida a los hábitos familiares de alimentación y de la actividad física. En la actualidad tienen menos posibilidades de actividad física por distintas razones: inseguridad, padres ausentes por trabajo, facilidades tecnológicas que favorecen el sedentarismo, tales como la televisión, computadora, tablets”, describe.

¿Qué pueden hacer entonces los padres para prevenir el sobrepeso en sus hijos? Los Institutos de Salud de Estados Unidos dan algunos consejos en su página web:
  • Conozca los tamaños de las porciones para la edad de su hijo, de manera que éste obtenga la suficiente nutrición sin comer en exceso. 
  • Compre alimentos saludables y manténgalos disponibles para su hijo.
  • Las frutas y las verduras son buenas opciones para los refrigerios saludables. Están llenas de vitaminas y son bajas en calorías y grasa. Algunas galletas y quesos también son buenos refrigerios.
  • Reduzca los snacks de comida chatarra como papas fritas, dulces, galletitas y helado. La mejor manera de evitar que los niños consuman comida chatarra es no tener estos alimentos en su casa.
  • Evite las gaseosas, las bebidas para deportistas y las aguas saborizadas, sobre todo las que vienen preparadas con azúcar o jarabe de maíz. Estas bebidas son ricas en calorías y pueden llevar al aumento de peso. De ser necesario, escoja bebidas con edulcorantes artificiales.
  • Trate de que su hijo tenga la oportunidad de involucrarse en actividad física sana todos los días. Los expertos recomiendan que ellos hagan 60 minutos de actividad moderada diariamente.
  • Si su hijo no es un atleta, encuentre maneras de motivarlo a ser más activo. Estimule a su hijo a jugar, correr, andar en bicicleta y practicar deportes durante su tiempo libre.
  • Limite el consumo de pantallas. Los niños no debe ver más de dos horas de televisión al día.
Foto: Flickr / Michel Bish

Adriana Santagati

Soy periodista desde hace 20 años y mamá desde hace 10. Edito en Clarín Sociedad, soy blogger en Disney Babble y escribo en Ciudad Nueva. En este blog recopilo noticias, consejos, experiencias y reflexiones sobre todo lo que nos atraviesa en nuestra vida cotidiana (y en especial en la maternidad/paternidad).

No hay comentarios:

Publicar un comentario