Reglas para los actos escolares


Estimadas señoritas maestras y señoras directoras, estas líneas van dirigidas a ustedes. Ya les he pedido aquí (sin éxito) que no nos hagan sufrir más con manualidades estrambóticas a estas madres incompetentes en la plástica ni que tampoco nos sometan con ejercicios como si nosotras fuéramos las que estamos estudiando (porque ya lo hicimos). 
Aunque no tuve respuesta positiva hasta ahora, soy una testaruda como buena taurina, persistente y optimista. Por eso, vuelvo a escribirles por un capítulo fundamental de nuestra vida escolar: los actos. 
Los actos escolares atraviesan el ciclo lectivo marcando hitos. Desde el inicio de clases hasta el final, nos van señalando el camino del calendario y, en consecuencia, la trayectoria de nuestros hijos en cada curso. Nos emocionamos con verlos impecables de punta en blanco el primer día, nos emocionamos cuando les toca actuar o recitar y nos emocionamos más aún cuando son elegidos para ir a la bandera (y nos llenamos de un orgullo que no entra en nuestro pecho).
Por todo esto, porque los actos son importantes para nuestros niños y para nosotros también, les sugiero algunas ideas. La línea que separa un acto perfecto de uno insoportable es tan delgada como el renglón de un cuaderno. Ojalá tomen nota. Les aseguro que alumnos, padres y también docentes se lo van a agradecer.
  1. La duración. Los niños no sostienen la atención más de un determinado periodo de tiempo. Y los adultos tampoco. Más cuando estás pensando en que de la escuela tienes que irte al trabajo o te espera la ropa para planchar en casa. Por eso, ya lo dice el refrán: lo breve, si bueno, dos veces bueno. Que nos quedemos con ganas de más y esperaremos ansiosos el próximo.
  2. El horario. Si los alumnos entran a clase a las 7.30, ¿cuál es la necesidad de programar el acto a media mañana? Tengan en cuenta que un porcentaje muy alto de madres y padres trabajamos y no es lo mismo pedirle permiso a nuestro jefe para entrar un poco más tarde que llegar al mediodía. 
  3. El video. Nos encanta que la escuela se adapte a las nuevas tecnologías y ya el soporte del video es indispensable. Genial, aplausos para el video… pero, por favor, ¡no es necesario que sea kilométrico! Un truco: si van a mostrar a los niños, utilicen imágenes grupales, así acortamos los tiempos y todos los padres estamos contentos de ver a los nuestros.
  4. El discurso. Aquí vale lo mismo que para el punto anterior: poder de síntesis para captar la idea. Si se extiende demasiado, los niños se empiezan a fastidiar, comienzan a hablar, ustedes piden que se callen y ellos se portan peor para molestar y los padres hablan para pedir que dejen de hablar. Mejor evitemos todo esto y vayamos a lo concreto y efectivo (y con algún toque emotivo que golpee el corazón de los adultos, que siempre funciona).
  5. El equipamiento técnico. Verifiquen que el micrófono, el proyector, el equipo de música o cualquier aparato que vayan a utilizar esté en orden. No hay cosa más fastidiosa que un acople o un silbido que uno tenga que tolerar durante 40 minutos o un discurso que parece la comunicación de los altoparlantes de un aeropuerto.
  6. Los disfraces. No quiero ser reiterativa, pero lo que importa es el contenido más que el envase. No necesitamos que una niña tenga que vestirse con un miriñaque y corsé para ser una dama antigua. Por favor, por favor, por favor: ¡no nos pidan disfraces imposibles!
  7. Y por último… ¡no nos hagan actuar a los padres!


Esta nota se publicó originalmente en Disney Babble Latinoamérica. 

Adriana Santagati

Soy periodista desde hace 20 años y mamá desde hace 10. Edito en Clarín Sociedad, soy blogger en Disney Babble y escribo en Ciudad Nueva. En este blog recopilo noticias, consejos, experiencias y reflexiones sobre todo lo que nos atraviesa en nuestra vida cotidiana (y en especial en la maternidad/paternidad).

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