La bioquímica argentina Cecilia Bouzat recibe este miércoles en París el premio L'Oreal-Unesco por sus investigaciones sobre la comunicación neuronal. Es uno de los reconocimientos más prestigiosos en el mundo científico y premia el aporte femenino a la investigación. Ella, que logró explicar claves del proceso de cómo se comunican entre sí las células cerebrales, dice que es posible ser una buena científica y una buena madre. Esta es la entrevista con ella que publiqué en Clarín:
La antigua librería Galignani, en la tradicional Rue de Rivoli, tiene sus vidrieras colmadas de libros de autores argentinos y fotos de Jorge Luis Borges y Victoria Ocampo, anticipando la presencia de Argentina como país invitado de honor en el Salón del Libro de París, que se inaugura mañana. A unas cuadras de allí, cerca del Louvre, la foto de otra argentina brilla en un cartel electrónico de publicidad callejera. Es Cecilia Bouzat (52), una bioquímica bahiense que recibirá hoy en esta ciudad uno de los premios más prestigiosos del mundo científico por explicar cómo se comunican las neuronas.
Esta noche, en La Sorbona, le entregarán el Premio L’Oreal-Unesco para la Mujer en la Ciencia por América Latina, dotado de 100.000 dólares y en el que eligen a cinco científicas, una por cada región. Bouzat es la tercera argentina en recibir este reconocimiento al aporte femenino a la investigación desde que se creó, hace 16 años, y también ganó la primera edición nacional, en 2007.
Bouzat dice que esta distinción es el aval a “un trabajo en equipo”, en referencia a sus compañeros del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Bahía Blanca. A cada uno de ellos –7 mujeres y 3 varones– nombró emocionada ayer, cuando presentó su trabajo en la Academia de Ciencias de Francia. También allí explicó que la Argentina es un país “conocido por el tango, el fútbol, el asado y el mate. Y, me gustaría agregar, por la buena ciencia”.
Desde su instituto, con la colaboración internacional de la Clínica Mayo, lograron comprender las bases de la sinapsis química, el principal proceso de comunicación celular en el sistema nervioso. “Una neurona libera un neurotransmisor, que se une a un receptor muy específico. Ese receptor genera una respuesta en otra neurona o en un músculo. Si el receptor que se une al neurotransmisor funciona mal porque tiene una mutación, falla toda la comunicación neuronal”, describe Bouzat a Clarín.
La clave está en los “canales iónicos”, que se abren en la membrana de la célula para que ingrese la información en ella. “Entender esto sirve para saber qué fármaco tendrías que usar para hacer que funcione bien”, explica.
Bouzat está estudiando un receptor nicotínico muscular que se ve en los síndromes miasténicos congénitos, y un receptor neuronal relacionado con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, y la esquizofrenia. Esos estudios son “extremadamente relevantes y originales.
Su resultado inmediato es aumentar el conocimiento humano.
Sólo el tiempo dirá si darán como resultado en un futuro una terapia para alguna dolencia humana”, destaca Armando Parodi, del Instituto Leloir y uno de los dos argentinos que integraron el jurado que la premió. La otra, Ana Belén Elgoyhen –premiada en 2008– asegura que este reconocimiento “es una palmada en la espalda para seguir adelante con esta tarea científica, que no muchas veces se reconoce”.
Lo mismo dice Bouzat cuándo se le pregunta qué siente.
“Es un incentivo para seguir formando recursos humanos y luchando por el rol de la mujer en la ciencia”, afirma. Admite que, como muchas mujeres, se vio en la encrucijada entre la demanda full time de su carrera y la vida familiar. Pero asegura que es posible ser “una buena científica y una buena madre”. Y ella, que desarrolló toda su carrera en el país, también transmite otro mensaje: se puede hacer ciencia en la Argentina. “Hay que cuidar a los recursos humanos: sin ellos perdemos la ciencia”, sostiene. Sus hijos seguirán con su pasión por la investigación: la mayor se está por recibir de bióloga y el menor empieza geología.
Faltan pocas horas para la ceremonia. ¿Fantasea con ser la tercera ganadora del L’Oreal-Unesco en recibir luego el Nobel? “Mi Nobel sería que mi investigación permitiera llegar a un fármaco para tratar alguna de estas enfermedades”, sueña Cecilia.
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