LHace unos días, llegué a casa y mis hijos estaban mirando Frozen en Disney Channel. Me senté con ellos y volví a sentirme fascinada con la historia de Elsa y Anna. Presté especial atención al final de la película, más que cuando la vi por primera vez, a ese mensaje poderoso sobre dos mujeres que no necesitan de un príncipe para cumplir sus objetivos y, fundamentalmente, al amor entre esas dos hermanas que todo lo pueden.
Frozen es una historia movilizante. Sus heroínas son dos chicas, pero no está dirigida solo a las niñas. Habla de la libertad para ser quien uno es, del sacrificio por el amor, del no rendirse frente a la adversidad, de la búsqueda de la felicidad que está, en definitiva, a nuestro alcance si nos proponemos lograrla. Los valores y el lenguaje en el que Frozen los expresa no distinguen géneros.
Esta historia “de Princesas”, como todas las otras historias de Princesas de Disney, lleva un mensaje inspirador. Y si hablamos de mujeres inspiradoras, Jennifer Lee, la “mamá” de Elsa y Anna, es una de ellas.
Jennifer ya es un nombre grande en el mundo del cine. Fue la primera guionista de un estudio mayor de animación en convertirse en directora y también la primera directora de un film animado que batió récords de taquilla, ganó el Oscar(R) al mejor filme animado y creó dos de los personajes más amados por las nuevas generaciones.
Como sus criaturas (Jennifer también está detrás de Ralph, el Demoledor y Zootopia), ella sabe qué significa luchar y nunca rendirse. Contó que, cuando era chica, en la escuela fue víctima del bullying (“uno de los sentimientos que más afecta a los niños”) y que pudo superarlo gracias a una de las Princesas: Cenicienta.
“Descubrí un VHS de Cenicienta y lo veía una y otra vez. La gran razón por la que lo hacía es porque yo pensaba que Cenicienta era una persona tan maravillosa, tan genuina de corazón, y estaba este grupo de gente que no importara lo que ella hiciera, cuánto se esforzara para ser perfecta, buena, servicial o generosa, siempre iban a maltratarla y a hacerle sentir que se merecía eso. Pero Cenicienta no se volvió mala como ellas. Eso me dio la esperanza y me ayudó a sobrellevarlo. Cuando fui adulta recordé haber sido víctima del bullying al ver en las noticias que la gente que lo hizo había terminado presa por una pelea en un bar. Y pensé: no caí en su nivel, me mudé a Nueva York y sobreviví. Le debo eso a Cenicienta”, se abre a contar su propia historia.
En las protagonistas de Frozen pueden reconocerse hoy muchos de los valores de Cenicienta: Elsa es genuina y se sacrifica para hacer lo correcto; Anna nunca se rinde y es optimista en la tragedia, persevera y nos muestra que es difícil pero vale la pena, describe la directora.
Jennifer asegura que en la creación de sus personajes siempre la guió que fueran lo más genuinos posible. Que los espectadores pudieran reconocerse en ellos. Que sintieran que les pasan las mismas cosas y que no están solos.
Madre de una hija adolescente, tiene una mirada muy interesante sobre el mensaje que el cine debe dejarles a las nuevas generaciones, que puede extrapolarse a todo orden de la vida y, esencialmente, a las enseñanzas cotidianas que madres y padres debemos darles a hijas e hijos. “La vida está llena de relaciones complejas. Hombres y mujeres, hombres y hombres, mujeres y mujeres, todos juntos. Cuando ves un cine que es todo masculino y los roles femeninos son marginales, me parece que no es como la vida real. A las chicas les interesan las cosas en las que se ven a sí mismas. Y si no ven mujeres músicas, líderes, creadoras, personajes femeninos en las películas que se sientan genuinos, la inspiración se pierde y eso es importante. Creo que tiene que ver con la vida real, las relaciones reales. Tengo grandes amigos varones y mi hija tiene amigos varones, no veo por qué los varones no pueden estar identificados con los personajes femeninos porque ellos tienen grandes relaciones con las mujeres”.
En la sala de trabajo donde ella y su equipo están delineando la secuela de Frozen, las paredes tienen pegadas decenas de tarjetas con la frase “¿Qué pasaría si?”. Es un disparador para el desarrollo de la historia, que les permite imaginar, reflexionar, soñar, volar sin límites. “Es un periodo hermoso del proceso creativo porque eres libre de hacer, no te sientes limitada. Eso es algo maravilloso también en la crianza de mi hija. ‘¿Qué sería si yo fuera música o una diseñadora de videojuegos?’. Que no se sienta limitada. Eso es genial, es realmente genial sentirse de esa manera”, asegura.
Cuenta que ella soñó toda su infancia y su adolescencia con ser montones de cosas. “Tenía 17 versiones distintas de lo que sería mi vida adulta, pero terminé en el lugar correcto porque lo que yo realmente estaba haciendo era inventar historias. Tuve grandes sueños que estaban siempre cambiando y mi familia me apoyaba y me hacía sentir que yo podía lograr todo. Pero lo más divertido es que lo que deseé ser por más tiempo, desde los 8 a los 16 años, fue ser una animadora para Disney. Luego comencé a darme cuenta de que no tenía que ver con el dibujo, sino con dibujar historias”, relata.
¿Hay una receta para cumplir los sueños? Jennifer da algunas pistas desde su propia experiencia, que nos hacen reflexionar, como madres, sobre cómo podemos motivar a nuestros hijos a soñar y a la vez ayudarlos a que logren esas metas. “El viaje completo que hizo Frozen tuvo que ver con trabajar para crear algo genuino, con no tener miedo de fracasar ni de equivocarse, con nunca parar y nunca rendirse. Desde los primeros guiones que desarrollé me convertí en una mejor directora y trabajé muy duro. Creo que lo fundamental es tener fe en ti misma, en que puedes convertirte en lo que estás enfocada si trabajas para ello. Las mujeres, y los hombres también pero especialmente las mujeres, tienen que trabajar en su autoestima y en creer en ellas mismas. Tengo un amigo maravilloso con el que trabajé en Ralph, el Demoledor y Zootopia que me decía que la única cosa que no tienes que hacer es frenarte, no confiar en ti misma. Tienes que creer en que eres lo suficientemente buena y hacer el trabajo. No tienes que rendirte: en esos días en que sientes que no eres lo suficientemente buena, hazlo mejor”.
Princesas reales que se animan a soñar y a cumplir sus sueños en este mundo, que también puede ser mágico. Una gran enseñanza para inspirar a nuestros hijos y a nosotras mismas.
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