Hace dos semanas, para la visita de Barack Obama, Mauricio Macri estrenó su cuenta de Snapchat. El presidente rompió los esquemas de comunicación oficiales hasta ahora metiéndose en la red social del momento. A partir de ahí, todos empezamos a hablar de Snapchat. Y a intentar entender cómo funciona este espacio virtual donde los que mandan son los más chicos.
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Snapchat es una red básicamente adolescente. También la usan los pre adolescentes, y cada vez más los adultos. Las empresas están empezando a ver ahí un canal de comunicación directo y también muchos medios tradicionales, como la CNN, la National Geographic y el diario inglés Daily Mail, que publican allí contenidos exclusivos.
Dicen los expertos que Snapchat atrae porque combina elementos de todas las redes sociales: foto, video, chat, juegos, historias (que podría ser el equivalente al muro de Facebook), llamadas. Todo junto en una misma aplicación que sólo puede bajarse al celular.
A los adultos que por primera vez se meten en este mundo, les cuesta entenderlo. En YouTube hay dando vueltas varios tutoriales que explican cómo usarlo, también orientados a los adolescentes. Aquí, una guía básica de mi experiencia como usuaria guiada por una experta: mi hija de 10 años.
- Todo es el dedo. Tu dedo índice es lo que te va guiando por la aplicación. Claro, estamos en el mundo táctil. ¿Botones? Sólo para la ropa, y ni siquiera. Todos los desplazamientos se hacen moviendo el dedo, hacia arriba y hacia abajo, y hacia los costados.
- Menú de opciones. Según desplegás la pantalla, te aparecen diferentes funciones. Cuando abrís la aplicación te aparece la cámara y una serie de íconos: es lo que te va a permitir empezar a construir los mensajes. Si apretás el botón del medio abajo una vez, sacás una foto; si lo mantenés presionado, grabás un video. Arriba a la derecha tenés el ícono de una cámara y si lo tocás podrás sacar una selfie. Arriba a la izquierda, las opciones de flash.
- Fotos: una vez que tomaste una foto, podés intervenirla. Arriba, a la derecha, tenés tres íconos. El primero, como un cuadrado, agrega emoticones; la letra T permite escribir una leyenda y el lápiz, escribir en colores, también con el dedo.
- Guardar las creaciones. Abajo, una flecha permite guardarlo en el dispositivo y el cuadradito con un signo más permite añadir esa imagen a la historia, que es como una especie de relato que vamos construyendo con fotos e imágenes (lo explico más abajo). La flecha más grande es para enviar esa imagen a uno de nuestros amigos.
- El chat. Es una parte fundamental de este asunto. De la pantalla de inicio, desplazá el dedo hacia abajo y te aparecerá tu perfil y tus amigos. Podés agregarlos por su número de usuario o desde tu libreta de contactos. Con ellos podrás mandarte mensajes de foto, video o texto. Esos mensajes desaparecen una vez que el receptor lo vio, por eso la red es tan apreciada por los adolescentes (porque no quedan rastros de sus conversaciones) y para el sexting (porque tampoco queda registro del contenido erótico que se manda por esta vía). De vuelta, desde la pantalla de inicio, desplazá tu dedo a la derecha para que aparezcan tus amigos: desplazá otra vez el dedo sobre el nombre de uno, y se inicia el chat. Además de mandar texto, foto y video, se puede también hablar con la otra persona.
- Fotos locas. Es la función que más le gusta a mi hija y, les aseguro, ustedes también se van a divertir. Con la cámara en función selfie, toquen sobre su rostro. Se desplegará un menú de diferentes intervenciones sobre la foto, que va cambiando todo el tiempo, y que les permite tomarse autorretratos como si fueran un anciano, un alien o Leonardo Di Caprio, según la disponibilidad.
- Hay que animarse. La aplicación está todo el tiempo cambiando y ajustándose, y la mejor manera de aprender a usarla es explorándola. Así que muevan sus deditos, sonrían a la cámara y happy Snap.
Foto: Flickr / Adam Przezdziek
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