Dermatitis atópica: un problema frecuente


El 20% de los bebés y niños la sufren. Cómo transformar el tratamiento en un momento placentero.






La dermatitis atópica es más frecuente de lo que se cree. Esta enfermedad inflamatoria crónica de la piel afecta a un 20% de los bebés y niños, y a un 10% de los adultos.

En los bebés menores de 2 años, las lesiones de piel empiezan en la cara, el cuero cabelludo, las manos y los pies. En niños mayores y adultos, la erupción se observa con mayor frecuencia en el interior de las rodillas y los codos, al igual que en el cuello, las manos y los pies, detalla el sitio de información de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos. La picazón intensa, que es muy común, puede empezar antes de que aparezca la erupción, y es muy molesta para quien sufre la enfermedad.

El tratamiento siempre debe prescribirlo un especialista. La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda medidas generales como usar ropa de algodón, cremas humectantes también indicadas por el dermatólogo, evitar los baños prolongados y con agua muy caliente. El médico puede prescribir también cremas con corticoides para usar localmente, antihistamínicos por vía oral para disminuir el prurito y antibióticos cuando las lesiones están infectadas. 

Desde el laboratorio Avène, que acaba de lanzar su nueva línea XeraCalm A.D. de emolientes que actúan en los distintos factores que desencadenan la dermatitis atópica, sugieren que los padres tomen la rutina de aplicación de la crema como un momento de cuidado especial. Y difundieron una guía para aplicar las cremas y, al tiempo que se alivia al bebé, promover un espacio de interacción, contacto y ternura con su mamá y/o su papá:
  • La preparación: acostar al niño. Untar las manos con una pequeña cantidad de emoliente y frotarlas para calentar el producto. 
  • Los miembros inferiores: colocar la mano bien extendida en el tobillo y dirigirla hacia la parte superior del muslo, empezando por atrás y terminando por delante. 
  • Los miembros superiores: colocar la mano bien extendida en la muñeca y diríjala hacia las axilas. 
  • El torso: colocar las manos bien extendidas y en paralelo en la parte inferior del vientre e ir subiéndolas hacia el cuello mediante gestos circulares. Luego descender hacia los hombros mediante un movimiento envolvente. 
  • La espalda: poner al niño en posición sentada y colocar las manos en la parte inferior de su espalda. Subir hacia la nuca describiendo grandes círculos. 
  • La nuca: seguir realizando gestos circulares y, si fuera necesario, subir hasta las orejas y continuar el masaje con la yema de los dedos, sin olvidar la unión entre el lóbulo y la mejilla. 
  • El rostro: realizar el masaje con los dedos de forma simétrica. Colocar los dedos bien extendidos en la parte superior de la frente, bajar hacia las sienes y volver hacia arriba, pasando por la nariz y debajo de los ojos. A continuación, pasar los dedos por las aletas de la nariz y las mejillas y seguir en dirección al cuello, pasando por la barbilla. Si fuera necesario, aplicar el emoliente con la yema de los dedos en los párpados, la boca y la comisura de los labios. 
  • Las manos: poner la mano del niño entre los dedos y realizar el masaje alternando los pulgares. Realizar un masaje en el dorso de las manos con sus dedos, dirigiéndolos hacia las muñecas. 
  • Los pies: realizar el masaje alternando los pulgares, empezando por la planta del pie y los deditos, y siguiendo por la parte posterior del pie hasta el tobillo. 



Foto: Flickr/Ray Dumas

Adriana Santagati

Soy periodista desde hace 20 años y mamá desde hace 10. Edito en Clarín Sociedad, soy blogger en Disney Babble y escribo en Ciudad Nueva. En este blog recopilo noticias, consejos, experiencias y reflexiones sobre todo lo que nos atraviesa en nuestra vida cotidiana (y en especial en la maternidad/paternidad).

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