Llegó el esperado estreno de Frozen. En su primer fin de semana, la película fue un éxito de taquilla. Hace calor y queremos copos de nieve. Esos cristales que salen de la pantalla nos transmiten frescura y son una muestra del impresionante despliegue visual: las escenas en que el hielo estalla y se expande te dejan con la boca abierta y te hacen sentir, realmente, que te sale "humo" de ella.
Pero no es la animación impecable (para mí, de las mejores de la factoría Disney de los últimos tiempos) lo que más me impactó de la película. Lo que más me gustó de Frozen son sus protagonistas. Dos chicas, a su modo, de armas tomar.
La princesa Elsa es la mayor y la candidata natural al trono. Pero Elsa tiene un don que es a la vez su castigo: tiene el poder de congelar. Un juego con su hermana menor, la Anna, pondrá en riesgo a la pequeña y obligará a sus padres a tomar una decisión drástica: encerrar a Elsa y bloquear las puertas del castillo para que nadie pueda ser congelado.
No será muy difícil darse cuenta de que esa decisión fue equivocada. "El miedo será su peor enemigo", les dice a los reyes una especie de duende, frente a la pequeña Elsa. Las dos hermanas, ya jóvenes y a cargo del reino, tendrán que salvar a todos de un invierno eterno y podrán tener la oportunidad de rearmar su vínculo fraterno.
La película me dejó varios mensajes para reflexionar. El primero, como madre, es que cerrar las puertas no protege. La ilusión de cuidar encerrando en un castillo es eso, una ilusión, y la mejor enseñanza que podemos darles es aprender desde pequeños a enfrentarse al exterior con sus capacidades, y generarles confianza para potenciar su autoestima.
La película también habla del derecho a ser y de aceptarnos primero nosotros, para exigir la aceptación de los demás. Es el camino para lograr el "libre soy" de la canción emblema.
Y, como es Disney y hay princesas, no puede faltar el amor. Pero aquí no es idealizado, sino uno mas cercano al real: es menos ese amor que irrumpe en una mirada cruzada con un desconocido que ese que se construye en la cotidianeidad y el conocimiento del otro.
Los personajes masculinos -el príncipe y el vendedor de hielo- son muy importantes en la historia, pero no claves en la resolución del conflicto. Anna y Elsa, en definitiva, son quienes tienen en sus manos la llave para lograrlo. Ellas no temen desafiar a la nieve y a la soledad para lograr su objetivo. Y son ellas quienes, finalmente, juntas vencen al invierno porque lo expulsan de sus corazones, sin miedo y con su amor fraternal. Anna y Eelsa son dos chicas que, en el momento central de sus vidas, no necesitan de un hombre. Pueden solas. Y ese es el gran, superador mensaje, de Frozen.
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