Dos reconocidos expertos proponen dejar de demonizar a los fideos. Cuáles elegir y qué beneficios aportan a la dieta.
Muchos años después, más de 20, consulté a una nutricionista para
ordenar mi plan alimentario... Y me redujo la pasta a sólo dos raciones
por semana. En Italia, el plato de pastasciutta es indispensable en todo
menú. ¿La pasta es entonces amiga o enemiga
de la alimentación saludable?
Dos reconocidos expertos argentinos en nutrición proponen que dejemos de demonizar la pasta. “Hay variados
grupos sociales,
por un lado los que intentan sobrevivir y por el otro, los que pueden
permitirse tener un mayor control sobre su salud. En el primer caso les
resulta imposible tener un control sobre el tipo de alimentación que
llevan, mientras que el segundo es el que pretende
estar siempre delgado y mantenerse saludable. Sin embargo, gran parte
de éste último grupo no posee los conocimientos suficientes para
entender cómo llevar a cabo una alimentación sana”,
afirma Mónica Katz, médica especialista
en nutrición e impulsora del "No Dieta", un movimiento que propone desterrar los regímenes bajos en calorías para aprender a comer saludablemente.
Sergio Britos, licenciado en Nutrición y director del Centro sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA),
afirma que “la pasta además
aporta un valor esencial que es la practicidad. Muchas veces, asociamos
alimentación saludable con aquellos alimentos que son relativamente
difíciles de preparar, lo cual es un error”.
¿Qué remarcan los especialistas? Que la pasta favorece la salud cardiovascular,
ayuda al manejo del peso y a controlar el síndrome metabólico
y la diabetes, y que contribuye
a un envejecimiento saludable. No casualmente la pasta es un alimento
básico de la dieta mediterránea, reconocida científicamente por su
impacto positivo en la salud.
Un plato de fideos de trigo candeal (los más recomendados porque aportan pocas calorías, sodio y grasas, pero generan gran saciedad) con fileto y queso tiene las
mismas calorías que una porción de tarta de acelga (380Kcal), menos que una ensalada Caesar y menos que un pollo con ensalada.
La
clave está en la moderación y la variedad. Como insisten los expertos,
no hay que excluir un grupo de alimentos, sino reducir el consumo de los
que tienen más grasas
(elegir los descremados), altos niveles de sodio (aprender a leer las
etiquetas) o azúcares incorporados (excluir las bebidas azucaradas y
prestarle mucha atención al azúcar que les ponemos a las infusiones),
incluir al menos cinco porciones diarias de verduras
(con variedad de colores) y frutas, y beber dos litros de agua diarios.
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