Querida Marissa Mayer:
No nos conocemos, pero estoy segura de que alguna vez nos habrán pasado cosas parecidas. Te escribo en tu rol profesional de CEO de Yahoo!, pero también como mamá y como mujer.
Hace tres años, te convertiste en la primera mujer en liderar una de las compañías tecnológicas más importantes del mundo. Tu contratación fue fulgurante, como la de una estrella de fútbol, porque dejaste tu cargo de vicepresidenta de Google, donde además fuiste la primera mujer de su equipo de ingenieros. No solo eso: a las pocas horas, anunciaste que estabas embarazada.
Te convertiste en un ejemplo para muchas, Marissa: quebraste el techo de cristal, esa metáfora para nombrar las limitaciones que incluso las ejecutivas tienen que enfrentar para ganar posiciones en un mundo laboral dominado por los hombres, sin perder su identidad ni resignar su maternidad.
Muchos otros pusieron en duda tu capacidad. Tomabas un hierro caliente, una compañía a la que había que enderezar, justo cuando tu cuerpo y, suponemos, tu cabeza y tu espíritu iban a estar pendientes de otra cosa (de otra persona).
Ahora nos acabamos de enterar, porque tú lo contaste en tu cuenta de Tumblr, de que estás nuevamente embarazada y esperas gemelas. Primero, Marissa, felicitaciones a ti y a tu marido. Y ahora, te pido por favor que me escuches.
Tienes ante ti una oportunidad única de volver a hacer historia. Quizás en un futuro los libros hablen de ti, Marissa Mayer, como la mujer que rompió los prejuicios, que derribó las barreras de género, que abrió el camino a la verdadera igualdad laboral. Como lo hicieron las feministas que nos consiguieron el derecho al voto o a trabajar.
Pero depende de ti, Marissa. Depende de ti demostrar, como ya lo hiciste más de una vez, que puedes, que una mujer puede. Puede conducir una multinacional y una familia con el mismo ímpetu y dedicación.
Has dicho que seguirás trabajando durante tu embarazo, como lo hiciste con tu primer hijo. Ojalá no seas de las que sufrimos complicaciones y tengas una gestación y un parto sin sobresaltos, pero te pido que ante el menor contratiempo sepas cuidar a tus bebas: estoy segura de tu talento para haber armado un equipo creativo y solvente que pueda reemplazarte. Te pido, Marissa, que no repitas lo que hiciste cuando nació Macallister, que volviste a trabajar a los 15 días. Por tu posición quizás no puedas aprovechar los beneficios que tú misma diste a los empleados de tu compañía cuando duplicaste a 16 semanas las licencias pagas para las madres y les otorgaste por primera vez ocho semanas a los padres. Pero, por favor, quédate en tu casa todo el tiempo que necesites para cuidar y alimentar a esas pequeñas, porque es lo único que todavía las mujeres no podemos delegar. Sería un gran mensaje para tu staff.
Te pido, Marissa, que cuando regreses al ruedo vuelvas a romper los estereotipos. Que demuestres que si el presidente de una empresa puede ser padre de mellizos, la presidenta también. Te pido que Zachary, tu esposo, se implique igualitariamente en la crianza y que lo muestren. Te pido que te muestres amamantando a tus gemelas en tu despacho para exigir que todas las empresas respeten la lactancia materna. Te pido que él se muestre cambiando los pañales y llevando los niños al médico para que empecemos a entender lo que significa una verdadera crianza compartida. Te pido que se muestren ambos en el primer día del kinder de tus niñas, para que hombres y mujeres comprendamos que hay momentos en la vida de nuestros hijos que ninguno de los dos se deben perder. Te pido que muestres los balances más apabullantes que Yahoo! haya tenido en su historia, para probarles a los accionistas que no se equivocaron al contratarte y para mostrarles a los accionistas de todas las compañías que contratar a una mujer es la mejor elección que pueden hacer. Te pido, Marissa, que nos muestres a todos que la dicotomía trabajo-familia es una falacia. Y que si a un hombre no se le exige optar entre una y otra, a una mujer tampoco se lo deben exigir. Te pido que críes hijos felices que sean el testimonio más fuerte de que una ejecutiva eficiente puede ser una madre amante y de que una amante madre puede ser una eficiente ejecutiva.
Hace tres años quebraste el techo de cristal. Ahora te pido más: destrózalo, hazlo añicos. Pulverízalo. Haz historia, Marissa. Por ti, por tus gemelas, y por todas las mujeres.
Este post se publicó originalmente en Disney Babble Latinoamérica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario