El celular es parte de la vida de la mayoría de los
adolescentes. Y por eso, también, cada vez más se convirtió en una herramienta
de los padres para disciplinar a sus hijos. Eso revela una reciente
investigación realizada en Estados Unidos por el Pew Research Center: la
mayoría de los padres encuestados castigó a sus hijos dejándolos sin conexión.
La encuesta, realizada a más de 1.000 adultos con hijos de
entre 13 y 17 años, muestra que el 82% de los progenitores respondió que su
hijo adolescente tiene un celular, el 69% posee cuenta en Facebook y el 29% en
Twitter. El 59% de los adultos consultó las llamadas o los mensajes realizados
por su hijo. Y el 65% le prohibió usar el celular o conectarse a Internet, como
modo de castigo.
Encontrar el equilibrio a la hora de aplicar una sanción a
los hijos no es fácil. Como muchas veces tampoco es fácil sostener ese castigo.
En el sitio Healthychildren.org, especialistas de la Academia Americana de
Pediatría dan algunas pautas generales para disciplinar a los adolescentes:
- Nunca castigue cuando esté enojado.
- Nunca imponga un castigo que no esté preparado para cumplir. Piense cómo podría responder su hijo. Y pregúntese si podría convivir con los resultados de su reacción. Si la respuesta es no, modere el castigo. No cumplir daña su credibilidad.
- Las consecuencias de corto plazo (horas para faltas menores o días para faltas mayores) funcionan mejor. La mayoría de los castigos pierden su efectividad si duran más de 24 horas.
- Castigue a la parte culpable solamente. No haga el castigo extensivo a otros miembros de la familia (por ejemplo, dejando a todos sin una salida familiar).
- No utilice la culpa como un medio de disciplina. A menudo no consigue los resultados deseados e incluso cuando funciona, los adolescentes lo encuentran injusto.
- Ayude a sus hijos a aprender de sus errores. Para que un adolescente aprenda de sus faltas, primero tiene que reflexionar en lo que hizo y los motivos para hacerlo. Plantear y aclarar el problema, escuchar su versión y ayudarlo o ayudarla a determinar una o más soluciones. Hay que transmitir dos mensajes: todo problema tiene una solución y sus hijos son responsables de su propia conducta.
- Imponga disciplina de manera constante. Como regla general, cuando los padres ponen un castigo al azar, están reforzando el comportamiento negativo. La rutina del policía bueno y policía malo puede ser útil para hacer que los criminales confiesen en la televisión, pero es una fórmula que ocasionará problemas si la ponen en práctica las mamás y los papás. No existe una solución simple para esto, además de que se sienten juntos a negociar una lista de límites y consecuencias con las que ambos puedan vivir.
- En la medida de sus posibilidades, pida la colaboración de otras mamás y papás. Seguramente conoce a varios, si no es que a todos, los padres del círculo de amigos de su hijo adolescente. Quizás un grupo de ustedes esté de acuerdo sobre algunos lineamientos relativamente uniformes sobre temas conflictivos. Pero cualquier cosa que haga, no ceda en los estándares principales de comportamiento que establezca para su hijo o hija. Preste atención al mismo consejo que los padres dieron a sus hijos por generaciones: "Si Juan se tira de un puente, ¿vos también lo harías?"
- Nunca es tarde para hacer ajustes. Si se es excesivamente estricto (o quizás así lo considera su cónyuge), empiece a cambiar a un punto medio aprendiendo a elegir sus batallas. No es sano ni para los padres ni para los hijos estarse dando constantemente de cabezazos. Para si es demasiado permisivo, recuerde lo siguiente: los chicos necesitan que seamos sus padres primero y sus amigos después.
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