Las marcas que deja una abuela


Mis hijos son muy chicos todavía, pero a veces los veo relacionarse con su abuela y me pregunto cómo seré yo si es que alguna vez lo soy. 

Ese pensamiento se me volvió a cruzar hoy en el cine, donde habíamos ido a ver “Moana” con Paloma y mi mamá. Me gustó mucho la idea de que la protagonista no es una princesa sino la “hija del jefe” y, como futura jefa ella, hará las cosas a su manera. Los pilares no se construyen sólo con piedras, y el estilo femenino no significa debilidad, sino un modo innovador de tomar resoluciones. Eso se verá en una de las últimas escenas, cuando Moana ponga su “piedra” como lo venían haciendo desde hace siglos sus antepasados en la isla. 

Pero hubo otra idea que me gustó más en la película, y es ésa de que las abuelas pueden determinarnos de una manera crucial. A quién no le gustaría tener una abuela que, como una raya gigante, nos guiara por el mar incluso después de haber partido… La realidad no es así, pero sin dudas las semillas que siembran en nosotros nuestras abuelas son imborrables. 

Yo no tuve abuelas (la paterna murió mucho antes de que naciera y la materna cuando había cumplido un año, así que no tengo ningún recuerdo de ellas. Pero mi tía Albina ocupó ese lugar. Me hacía las tortas de cumpleaños, me malcriaba, me “ponía los puntos” muchas otras veces, me enseñó muchas cosas relacionadas con lo femenino y con los placeres, y me incentivó la pasión por la cocina. Me recuerdo escudriñando su estuche de esmaltes de uñas, como una caja de tesoros, leyendo una y otra vez sus libros de Chichita de Erquiaga o sus revistas de decoración de tortas, oliendo sus perfumes, revisando sus placeres en busca de sorpresas. Tantos años después, pude descubrir en mi personalidad esas pequeñas marcas, y otras más profundas.


Mi hija vio casi toda la película tomada de la mano de su nonna. Tiene por ella una devoción que sólo se puede sentir por una abuela. No sé cómo serán las huellas que los momentos que comparten dejarán en Paloma cuando sea adulta, pero estoy segura de que mi madre es una influencia maravillosa y que es una suerte enorme que la tenga cerca. Los abuelos son una fábrica de recuerdos, pero son más que eso: nos entregan, como en la película, un corazón que tenemos que volver a colocar en su lugar. Nos incitan a cruzar el océano y son la ola que nos vuelve a subir al bote cuando el asunto se complica. A Moana, su abuela la ayuda a descubrir quién es. Probablemente no sea la única nieta que así se conoció a sí misma. 


Adriana Santagati

Soy periodista desde hace 20 años y mamá desde hace 10. Edito en Clarín Sociedad, soy blogger en Disney Babble y escribo en Ciudad Nueva. En este blog recopilo noticias, consejos, experiencias y reflexiones sobre todo lo que nos atraviesa en nuestra vida cotidiana (y en especial en la maternidad/paternidad).

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