¿Qué sentimos las mujeres ante el acoso verbal en la calle?


Una chica como cualquier otra sale a caminar sola por la calle, vestida con un jean y una remera negra. Delante de ella, alguien va registrando su recorrido con una cámara oculta. En diez horas de caminata, decenas de hombres de todas las edades, razas y contextura física le dicen insinuaciones. Ella sigue caminando impasible porque… ¿qué va a hacer? ¿Les suena? 
Esto es Nueva York, pero podría ser cualquier ciudad de Latinoamérica. El video es parte de un experimento del movimiento internacional Hollaback! y la agencia publicitaria Rob Bliss Creative para denunciar el acoso callejero que sufren las mujeres. La idea la tuvo el publicista Rob Bliss, por la cantidad de exabruptos que su novia recibía a diario en las calles neoyorquinas. La repercusión que tuvo fue global: millones de vistas en YouTube, miles de comentarios en las redes sociales y hasta amenazas de violación a Shoshana B. Roberts, la actriz que se prestó a protagonizarlo. 
Apuesto a que no existe una mujer que al menos una vez en su vida no haya recibido un comentario de un desconocido en la calle. Galante, ingenioso, obvio o vulgar, el “piropo” es parte de la “idiosincracia masculina” en buena parte de este mundo (en otras, a las mujeres las secuestran y las venden). A Shoshana le dicen desde “hola bebé” y “que tengas un lindo día” hasta “águila sexual americana” (por el logo de su remera) y “¿si te doy mi número me llamás?”, frases que podrían resultar ingenuas comparadas con algunos “halagos” que se escuchan por las calles argentinas. Aquí, el tema del piropo desató un escándalo hace unos meses, cuando el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires se extralimitó en su defensa (“No puede haber nada más lindo, por más que esté acompañado de una grosería, que te digan ‘qué lindo culo que tenés'”) y después tuvo que salir a pedir disculpas.
En varios países de la región hay ONG’s que trabajan con Hollaback! para cambiar un concepto: no quieren que se hable más de piropos, sino de acoso callejeroParten de la idea de que hay un componente sexista en el piropo, una concepción de que el hombre tiene derecho a hacer una evaluación o comentario sobre el aspecto físico de la mujer, y que ella queda avasallada por ese acto. Hay países que ya lo entendieron así como una política de Estado. En Bélgica, por ejemplo, desde abril el acoso verbal callejero está castigado con una multa de hasta 1.000 euros y penas de hasta un año de prisión.
Hay algo interesante en este cambio de mirada y tiene que ver con cómo las mujeres hemos sido educadas frente al piropo. En las de mi generación, había una idea de “bueno, sí, es un halago que te alaben una parte de tu anatomía”, pero al mismo tiempo sentíamos una rara sensación violenta cuando eso ocurría (¿a alguien le dijeron alguna vez “preciosa, me mata tu inteligencia”?). Y ante eso, no podíamos reaccionar, como hace Shoshana en el video (si veíamos un grupo de hombres, cruzábamos la calle).
Las invito a ver dos videos más para reflexionar sobre el tema. El primero es un spot que hicieron en Chile en el que vistieron a un grupo de mujeres como operarios (el estereotipo del “piropeador”) y las pusieron a decirles de todo a los hombres que pasaban por la calleEl segundo es una parodia del video de Hollaback! que hizo el sitio Funny or Die, en el que es un hombre al que “acosan” durante diez horas por Nueva York ofreciéndole elogios, regalos y propuestas de trabajo entre otros “beneficios”. Termina diciendo: “Dejemos el patriarcado como está”. Quizás de eso se trate la mayor riqueza de este debate: que el piropo nos sirva para pensar qué roles sociales ocupamos mujeres y hombres en pos de la siempre tan buscada igualdad. 


Este post se publicó originalmente en Disney Babble Latinoamérica

Adriana Santagati

Soy periodista desde hace 20 años y mamá desde hace 10. Edito en Clarín Sociedad, soy blogger en Disney Babble y escribo en Ciudad Nueva. En este blog recopilo noticias, consejos, experiencias y reflexiones sobre todo lo que nos atraviesa en nuestra vida cotidiana (y en especial en la maternidad/paternidad).

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