“Cuando vos eras chica, ¿era más seguro?”


La inseguridad está al tope del ranking de las preocupaciones de los latinoamericanos. La ONG Latinobarómetro acaba de difundir su encuesta anual, que realizó entre 19.000 personas de 18 países de la región. En 12 de ellos (Argentina, México, Uruguay, Perú, Paraguay, Chile, Guatemala, Venezuela, Ecuador, Honduras, Bolivia y El Salvador), los encuestados señalan que el principal problema de su país hoy es la delincuencia y la seguridad pública, muy por encima del desempleo, la inflación y la corrupción.
Hace unas semanas, pasamos con mi hija cerca de una marcha reclamando más seguridad. Los vecinos se organizaron por Facebook y se convocaron en la principal esquina del barrio. Había mucha gente. “Cuando vos eras chica, ¿era más seguro?”, me preguntó ella. Qué pregunta. Los robos eran algo de lo cual ocasionalmente uno se enteraba, y no revestían el nivel de violencia que se escucha hoy casi a diario en los noticieros. Jugábamos en la vereda y mis vecinos del suburbio de Buenos Aires donde vivía se sentaban todas las tardes –a excepción de los días de invierno y/o de lluvia—con un banquito en la vereda a charlar y ver pasar la vida, obvio, con la puerta abierta. La costumbre ya no existe en los barrios de la Capital argentina, donde la gente vive una sobre otra en propiedad horizontal. La he visto esporádicamente en algún barrio de la provincia… pero desde atrás de una reja.
Le contesté que sí, que cuando yo era chica, era más seguro. A lo que siguió: “¿Cómo se soluciona?”. Otra pregunta clave, de respuesta compleja: ¿cuántos votos sacaría el candidato político que tuviera la fórmula mágica?
Le di mi respuesta. Personalmente, no creo que el problema de la inseguridad se solucione con un policía en cada esquina o con cámaras por todos lados, sino con más educación y empleo genuino para reducir las situaciones de marginalidad que son caldo de cultivo del delito. Esto derivó en una larga charla sobre el tema, polémico si los hay. Paloma quiso saber por qué pasa, por qué la gente roba. “¿Y cómo creés vos que se podría solucionar?”, le repregunté. “Creo que tenés razón, con la escuela y trabajo”, razonó.
Muchas veces, cuando aparece en el noticiero la crónica de un hecho violento, apuro a cambiar para que ella no lo vea, o cubro la tapa del diario cuando hay un título o una foto que refieran a lo mismo. Uno quiere proteger a sus hijos, desearía poder tenerlos entre algodones. Pero no funciona. La charla me hizo dar cuenta de que, como en toda realidad que a ellos también los atraviesa, más que ocultarla, es importante hablarla, escucharlos y estimularlos a tener un pensamiento crítico desde pequeños. Y, también, que ella esperaba de mí contención sobre este tema. Así que le expliqué que cualquiera puede ser víctima de una situación violenta en cualquier lugar, y que lo más importante siempre es preservarnos nosotros y no los bienes materiales ni el dinero. Que ojalá eso nunca le pase, pero que si le pasa no tiene que resistirse y fundamentalmente tiene que mantener la calma. Que es algo más que puede suceder, como tantas cosas nos pueden suceder en la vida. E insistí en que lo más importante es estar preparados, pero no tener miedo. El miedo no nos protege, sino todo lo contrario.
¿Cómo abordás éste y otros temas difíciles con tus hijos?

Esta nota se publicó originalmente en Disney Babble Latinoamérica

Adriana Santagati

Soy periodista desde hace 20 años y mamá desde hace 10. Edito en Clarín Sociedad, soy blogger en Disney Babble y escribo en Ciudad Nueva. En este blog recopilo noticias, consejos, experiencias y reflexiones sobre todo lo que nos atraviesa en nuestra vida cotidiana (y en especial en la maternidad/paternidad).

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